No hay capacidad de asombro posible que nos permita a los venezolanos comprender como y porque llegamos a donde hoy estamos. Nuestra calidad de vida ha venido decayendo de forma estrepitosa en los últimos 18 años, al punto de estar sometidos a un estado casi de supervivencia total.
No puede el ciudadano común enfrentar la inflación galopante que amenaza con irse mucho mas allá del 2500% antes de finalizar el año, una de las más altas del mundo con uno de los salarios más bajos de la región. La escalada de aumentos en los precios de los productos mas básicos es sorprendente, se mueven a la velocidad de un tipo de cambio que el Gobierno no ha podido o no ha querido controlar y que los triplica en cuestión de días. Como nos alimentamos, pagamos servicios y obligaciones, educamos a nuestros hijos, proveemos salud a nuestra familia, pagamos vivienda y transporte público. Un padre o madre de familia con un salario de 177.507,00 y un bono de alimentación 279.000,00 cuando la cesta basica esta llegando a los 6.000.000,00 y contando. Es decir, el déficit estranguló nuestra vida entera..
A donde fue a parar la calidad de vida de los venezolanos que se ven imposibilitados de acceder a una vivienda digna, a un vehículo nuevo. Que alguien nos explique como un trabajador que gana al mes,177.507,00 accede a un carro que cuesta 30 mil dólares y más.
Pero eso no queda allí. Cuando ese padre o madre de familia tiene en sus manos ese exiguo salario, lo poco que puede comprar no lo consigue y tiene que peregrinar de mercado en mercado y hacer largas colas para mal comprar provisiones para sobrevivir.
El ciudadano común vive confinado tras rejas, porque la inseguridad no solo lo acosa en las calles, sino que también lo ataca dentro de sus casas. La impunidad campea, y pareciera que el país está en manos del hampa, como sí viviéramos un toque de queda.
La corrupción, diera la impresión que se ha legalizado, como un cáncer incurable en todos los niveles de nuestra sociedad. El venezolano está expuesto día tras día a la “matraca” o al “cuanto hay pa’ eso,” para conseguir cualquier cosa.
Que puede pensar un venezolano acerca de su nivel y calidad de vida, cuando tiene que ir de hospital en hospital para que sean atendidos sus problemas de salud y en todos siempre consigue la misma respuesta, “no hay insumos”, “no hay médicos” o “no hay ambulancia”.
Podría escribir un libro acerca de las penurias que vivimos los venezolanos, mientras que pareciera que quienes tienen en sus manos la rectoría del país, El Gobierno, se mantiene mirando hacia otro lado, y no asume con visión de progreso su tarea. En muchos casos se atienden las necesidades de otros países, mientras los ciudadanos venezolanos cada día vivimos peor.
Sigo invitando a los ciudadanos a participar, a no entregarse, a decirle a este gobierno que lo ha hecho pésimo a nivel municipal, regional y nacional, que ha permitido que un país entero este sumido en la pobreza, el hambre y la miseria. La única forma que tenemos de generar un cambio efectivo y consciente en Venezuela es participando, expresando con nuestro voto el descontento, la impotencia y la disconformidad máxima que tenemos hacia quienes nos han engañado y defraudado destruyendo a la nación.