El Senado brasileño aprobó hoy el texto base de una polémica reforma laboral propuesta por el Gobierno del presidente, Michel Temer, y ahora tres modificaciones específicas a la iniciativa original deberán ser votadas por separado.
En caso de que las sugerencias de cambio a la propuesta sean rechazadas por el plenario del Senado, la iniciativa será encaminada para la sanción presidencial por parte de Temer, quien acorralado por escándalos de corrupción se anotará así una importante victoria en su gestión al frente del poder desde mayo de 2016.
El texto fue aprobado por el plenario en primera vuelta con cincuenta votos a favor, 26 en contra y una abstención.
La votación se realizó después de casi siete horas de suspensión debido a una protesta de senadoras opositoras que interrumpieron la sesión al ocupar las sillas de la mesa principal.
El incidente llevó a que el hemiciclo de la Cámara alta quedase virtualmente a oscuras por orden del presidente del Senado, Eunicio Oliveira, para evitar el boicot a la votación.
El polémico proyecto de reforma laboral es rechazado por sindicatos y cuenta con el apoyo del empresariado.
Tras una media hora de discusiones, Oliveira se retiró finalmente del recinto, pero ordenó apagar la luz del hemiciclo, en el que algunas decenas de senadores decidieron permanecer pese a la oscuridad casi plena en que quedó el lugar.
La protesta fue encabezada por las senadoras Gleisi Hoffmann y Fátima Bezerra, ambas del opositor Partido de los Trabajadores (PT), quienes siguieron ocupando el espacio en que debía ubicarse Oliveira aún después de que las luces fueron apagadas.
Uno de los puntos más polémicos de la reforma laboral plantea que “lo acordado valga por encima de lo legislado”, lo cual dará valor legal a los convenios pactados entre trabajadores y empleadores, aún cuando no se ajusten totalmente a las normativas en vigor.
Eso, según el Gobierno, permitirá que las vacaciones anuales sean divididas hasta en tres veces, que se pueda negociar la jornada de trabajo y otros acuerdos, siempre y cuando sean fruto de convenios colectivos y no violen principios laborales fundamentales recogidos en la Constitución.
De igual manera, el proyecto también acaba con la llamada “contribución sindical obligatoria”, conocida también como “impuesto sindical”, la cual impone que a los empleados se les descuente un día de trabajo anual para destinarlo al gremio en que están afiliados.
En otros apartados, también regula el trabajo desde casa y la posibilidad de negociar hasta el horario de almuerzo.
El rechazo de los gremios obreros a esta y otras reformas que ha propuesto el Gobierno de Temer, como la de jubilaciones y pensiones, se expresó en los últimos meses con dos huelgas generales, pero que no tuvieron una adhesión masiva de los trabajadores.
Antes de la votación en el Senado, cientos de obreros de gremios metalúrgicos protestaron contra la reforma laboral en Sao Paulo, la mayor ciudad del país, en una tibia resistencia a la propuesta del Gobierno de Temer.
EFE