Kabul seguía este jueves en estado de choque tras sufrir su peor atentado desde 2001, que dejó 90 muertos y cientos de heridos y ha desatado la ira de los afganos ante la incapacidad del gobierno para protegerles.
Los kabulíes empezaron a enterrar a sus muertos mientras las autoridades limpiaban los escombros en el lugar del atentado del miércoles, provocado por la explosión de un camión cisterna lleno de explosivos y que dejó un inmenso cráter.
La mayoría de las víctimas del ataque, que todavía no ha sido reivindicado, son civiles, y muchos ciudadanos se preguntan por qué el gobierno fue incapaz de evitar una explosión de tal magnitud en pleno corazón de Kabul.
“¿Durante cuanto tiempo tendremos que tolerar este baño de sangre en nuestro país?” dijo un habitante, sollozando, a la cadena local Tolo News. “He perdido a mi hermano en la explosión y el gobierno fracasa constantemente en protegernos”, añadió.
El ataque tuvo lugar durante el Ramádan y demuestra la capacidad de los insurgentes de atentar incluso en uno de los distritos considerados más seguros de Kabul, donde están el palacio presidencial y varias embajadas extranjeras, protegidas con muros de hormigón.
Las autoridades seguían recogiendo el jueves escombros, fragmentos de cristal y carcasas de coches que se quemaron por la explosión, al tiempo que muchos habitantes preparaban los entierros de sus allegados.
Con más de 400 heridos, el ataque ha saturado los hospitales de la ciudad, donde la muchedumbre se agolpa a las puertas esperando noticias de sus familiares o preguntando por los que todavía no han sido localizados.
Los servicios sanitarios ya han advertido que algunos de los fallecidos no podrán ser identificados porque sus cuerpos quedaron totalmente destrozados o quemados por la explosión.
Se trata del atentado más grave en Kabul desde que los talibanes fueron expulsados del poder en 2001 tras la invasión del país liderada por Estados Unidos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habló por teléfono con su homólogo afgano Ashraf Ghani para denunciar “la naturaleza bárbara de los terroristas, enemigos de los pueblos civilizados”,
Por su parte el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, expresó su “repugnancia” por el ataque.
– Kabul, una ciudad mortal para los civiles –
Los servicios de inteligencia afganos acusan a la llamada Red Haqqani, un grupo aliado de los talibanes, de ser responsable del atentado.
Los talibanes aseguraron que no están implicados aunque el grupo insurgente no suele reivindicar sus atentados en los que mueren muchos civiles.
Por su parte el grupo Estado Islámico (EI), que también está presente en Afganistán y no tiene reparos en reivindicar sus acciones, no se ha pronunciado sobre el ataque.
La explosión, que según los que la vivieron fue como un terremoto, dañó varias embajadas de este distrito, donde también hay edificios del gobierno, y que en teoría está protegido por numerosos puestos de control vigilados por hombres armados.
Al menos once guardias afganos que trabajaban para la embajada de Estados Unidos murieron en el ataque, así como once estadounidenses, indicaron responsables del país.
Por su parte Alemania anunció la muerte de un guardia afgano de su embajada y varios países indicaron que sus legaciones sufrieron daños.
Kabul, donde los atentados son frecuentes, fue uno de los lugares de Afganistán más mortíferos para los civiles en el primer trimestre de 2017, según datos de Naciones Unidas.
El ejército afgano, apoyado por Estados Unidos y la OTAN, no ha conseguido derrotar a los insurgentes y la Casa Blanca está estudiando enviar al país miles de soldados para intentar vencer definitivamente la insurgencia de los talibanes.
Actualmente hay unos 8.400 militares estadounidense en Afganistán (comparados con los 100.000 que había en 2011) y otros 5.000 de los países de la OTAN, con tareas principalmente de asesoramiento. AFP