“Trabajaban sin seguro hasta la extenuación. Dormían en el suelo, se alimentaban de las sobras y habían perdido de vista el pasaporte, custodiado por sus verdugos. Son las espeluznantes condiciones en las que 23 mujeres servían a la princesa emiratí Sheikha Hamda al-Nahyan (64) y sus siete hijas”, revela El Mundo.
Sin embargo, el calvario terminó durante un viaje a Bruselas, cuando lograron escapar de sus patronas y denunciar su esclavitud.
Ahora comienza el juicio en Bélgica. “Las princesas alquilaron durante años una planta completa de un famoso hotel de Bruselas. Siempre les acompañaba un séquito de más de 20 sirvientas que las acusan ahora de mantenerlas en condiciones cercanas a la esclavitud”, reveló al diario español Patricia Le Cocq, de la organización local Myria, un centro establecido para luchar contra el tráfico de seres humanos.
Durante algunos meses al año, Hamda y sus retoños solían disfrutar de una lujosa estancia “Los cargos a los que se enfrentan son tráfico de seres humanos por haber reclutado personas para hacerlas trabajar en circunstancias contrarias a la dignidad humana. Debían prestar sus servicios día y noche sin contar con permisos de trabajo. Recibían presiones e insultos y se les privó de su pasaporte y de su libertad de movimiento. Sufrieron, además, un tratamiento inhumano y situaciones que vulneran la legislación laboral, como no estar aseguradas contra accidentes o no recibir salarios”, detalla Le Cocq.
El veredicto final está previsto para el próximo 23 de junio.
“Es un caso muy destacado porque involucra a la familia real de Abu Dhabi y proporciona pruebas más amplias de que el tráfico y la esclavitud de mujeres en los estados del golfo Pérsico son tolerados”, afirmó Nicholas McGeehan, investigador de la organización Human Rights Watch.
El periódico detalla que el vía crucis de las criadas arroja luz sobre el draconiano sistema de kafala. “Es un mecanismo que encadena a los trabajadores a sus empleadores y que impide abandonar el trabajo incluso si se registran abusos graves. Era una práctica que se ha convertido en ley y es la forma en la que los nacionales del golfo han ejercido el control sobre sus empleados extranjeros”, desgrana McGeehan.