A lo largo de la Bahía de Santa Ana en la capital de Willemstad, el mercado flotante en Curazao, se convierte en un aliento de esperanza para una veintena de pescadores y productores agrícolas provenientes de Venezuela que cada semana ofrecen sus mercancías a los lugareños de la isla caribeña.
Con una variedad de frutas, verduras, legumbres y mariscos que ofertan a los mejores precios del lugar, los comerciantes suramericanos, quienes llegan en embarcaciones pequeñas, exponen sus productos en una acera, hacen su faena al huir momentáneamente del miedo de la corrupción de un país que les arrebata más de lo que deben pagar.
Un pescador venezolano, el cual no quiso identificarse por temor, contó a Efe que el mercado flotante no solo ofrece a él, sino a varios compatriotas, un sustento para vivir, por lo que están muy agradecidos con el Gobierno curazoleño.
Mientras en el andar moderado de las personas, algunas se acercan curiosas a lo que dice el hombre, que con voz sigilosa relata que lamentablemente hay una corrupción en su país que lo ha afectado.
Por tal razón ven en la isla la mejor opción para “sobrevivir” y llevar una mejor ganancia de la que pueden conseguir en su país, aunque tenga que pagar una cuantiosa suma que ronda arriba de los 1.500 dólares para zarpar, cantidad que especulan cae en manos de funcionarios inescrupulosos.
El comerciante, de unos 40 años, mira el horizonte porque sabe que tiene que volver a su tierra y exclama, “pese a todo mejores días vendrán”, con tristeza.
Como dice él, los productos de la tierra ya no rinden para vender, y es que tiene que pasar por los inspectores venezolanos, y a mayor exportación más altos son los impuestos, por lo que decidió pescar en alta mar para no tener que decir la cantidad de productos que sacará de su nación.
“Curazao nos ofrece una plataforma de ventas, es una de las islas más cercana a Venezuela, tenemos muchos años viniendo a ella, pero cada vez la situación en mi tierra está más crítica, ahora nos cuesta salir”, comenta con preocupación el pescador.
Explicó que hay otros cuatro mercados en las Antillas que los productores venezolanos utilizan para poder ganar algo extra, entre los que están San Martín, Trinidad y Tobago, Aruba y Bonaire.
Contó que el Gobierno de la isla ha empezado a poner ciertas restricciones a sus compatriotas, porque se ha experimentado un aumento de migrantes, pero de personas que se dedican a otros tipos de oficios.
“Antes nosotros podíamos entrar y salir todos los días, ahora no, solo puedo llegar miércoles y viernes; las autoridades son muy estrictas en los monitoreos y evitan que se traigan venta y personas ilegales”, mencionó.
Mientras tanto Lita, una guía turística profesional de la isla, comentó a Efe que le da mucha pena lo que está sucediendo en el país suramericano.
“Estos hombres tratan de vender sus productos, es mercancía legal, y este mercado flotante por más de 80 años les ha brindado ese apoyo”, sostuvo.
Explicó que por el clima es necesario importar mucho de los productos agrícolas, ya que en la isla no llueve demasiado durante la temporada húmeda, que comprende de octubre hasta marzo.
Según Lita, en el mercado también se pueden ver comerciantes de Colombia, República Dominicana y Europa, que comparten juntos sus vivencias cada día.
Actualmente Venezuela vive una de las peores situaciones políticas y económicas, que ha incitado a sus habitantes a migrar hacia otros países como Panamá, Colombia, Brasil, Aruba y Bonaire.
La convocatoria a un proceso Constituyente en Venezuela ha aumentado la crispación política entre el chavismo y la oposición, en el marco de escenarios de protestas antigubernamentales que ya han dejado 47 muertos, cientos de heridos y detenidos.
Entre tanto los comerciantes llegarán a Curazao para seguir vendiendo sus sandías, piñas, guineos y pescados que tanta demanda tienen entre los pobladores que expresan su solidaridad con sus hermanos vecinos del sur.
Raquel Sánchez/EFE