Entre bloqueos de vías, el aire enrarecido por los rastros de gases lacrimógenos y una actividad a media máquina, Caracas sobrelleva a diario las protestas, tanto opositoras como pro Gobierno, que se iniciaron el pasado 1 de abril en Venezuela y ya dejan 46 muertes.
EFE
El tráfico habitual de una hora punta en cualquier urbe es sinónimo en la capital venezolana de alguna manifestación y el consiguiente cierre de vías por parte de las autoridades, ya que con la merma del parque automotor a raíz de la crisis económica, Caracas ya no padece de las atascos de otrora.
La autopista Francisco Fajardo, la más importante de la ciudad ya que enlaza al oeste con el este capitalino, luce por tramos las huellas de los choques entre manifestantes y policías en medio de las marchas que a diario la recorren.
Manchas negras por la quema de neumáticos, restos de vidrios y de objetos chamuscados son los vestigios de las protestas, muchas de ellas multitudinarias, que desde hace 49 días mantiene la oposición, que ha convertido esta importante arteria vial en escenario de su resistencia hacia el Gobierno del presidente Nicolás Maduro.
“¿Abrirán en media hora?”, le preguntó angustiado un taxista a los policías que impedían tomar el desvío que desde la “Francisco Fajardo” conduce hacia la Plaza Altamira, en el este caraqueño, y que comentó a Efe que el escaso tráfico que se veía hasta ese punto no era el “normal” para un día de semana.
“Hasta que se les canse el brazo de tirar piedras”, le respondió uno de los agentes de la estatal Policía Nacional Bolivariana (PNB) apostados en el lugar, casi como resignado a las manifestaciones opositoras.
Incluso le recomendó al conductor llegar en “helicóptero” hasta la Plaza Altamira, convertida por la oposición en un punto neurálgico de sus protestas contra el Gobierno de Maduro, igual que sucedió en los últimos 15 años con su antecesor, el presidente Hugo Chávez, fallecido en 2013.
Más adelante los conductores debían sortear troncos de árboles, pedazos de las protecciones metálicas de la autopista dejadas sobre la vía y ensayar rápidas maniobras de retroceso o giros hasta entonces prohibidos en busca de vías despejadas, muchas de las cuales atravesaban exclusivas zonas residenciales que parecían ajenas al ajetreo de las marchas.
Un olor a químico, jóvenes en motocicletas -varios de ellos con los ojos llorosos por los gases- y decenas de personas caminando en busca de transporte confirmaban que desde hace más de mes y medio la tranquilidad se rompió en Caracas.
Y mientras caía la noche dos muchachos con el rostro cubierto, sin camisa y ondeando banderas de Venezuela marcaban el límite hacia unas de las plazas más conocidas de la ciudad y que ahora sirve de trinchera de una oposición que llama a no cansarse frente al Gobierno de Maduro.
Las protestas en Venezuela se iniciaron en respuesta a una decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de asumir funciones de la unicameral Asamblea Nacional, controlada por la oposición, a la que posteriormente ese poder dio marcha atrás por petición de Maduro, sin que lograra atajar la crisis institucional que se abrió.
La oposición, que inició las movilizaciones reclamando el llamado a comicios regionales y la liberación de los que considera presos políticos, reclama ahora la salida de Maduro, cuyo mandato concluye en 2019.
También el Gobierno ha convocado a manifestaciones en Caracas en respaldo a la revolución y a la convocatoria por parte de Maduro a una Asamblea Constituyente, que, según el gobernante, marcará el camino para solucionar la agitación social al abrirse un espacio de diálogo.