Al menos 141 personas, en su mayoría soldados leales al hombre fuerte del este de Libia, el mariscal Jalifa Haftar, murieron en un ataque perpetrado por grupos rivales contra una base militar en el sur del país africano.
AFP
Según fuentes militares, la 3ª Fuerza, un poderoso grupo armado de la ciudad de Misrata, oficiosamente leal al Gobierno de Unión Nacional (GNA), llevó a acabo el jueves un ataque contra la base aérea de Brak Al Shati, controlada por el Ejército Nacional Libio (ENL) autoproclamado por el mariscal Haftar, que controla el este del país.
Ahmad al Mesmari, portavoz del ENL, dio este viernes un balance de 141 muertos y varios heridos y desaparecidos en el ataque. Entre las víctimas hay civiles que trabajaban en la base o en sus alrededores, precisó durante una rueda de prensa.
Según él, “los soldados muertos volvían de un desfile militar en el este de Libia. La mayoría no iba armada. Los ejecutaron”.
Horas antes, la ONU indicó que el ataque había dejado muchos muertos sin dar una cifra concreta. “Estoy indignado por las informaciones de un importante número de muertos, incluyendo civiles, y de los informes de que podrían haber tenido lugar ejecuciones sumarias”, declaró el enviado especial de la ONU para Libia, Martin Kobler, en un comunicado.
La base de Brak Al Shati está situada a 650 km al sur de Trípoli, en una región desértica en la que el Estado está prácticamente ausente desde que Libia se sumió en el caos tras la caída del dictador Muamad Gadafi en 2011.
El GNA y el ministerio de Defensa condenaron, en sendos comunicados, el ataque del jueves, afirmando que no habían dado órdenes en ese sentido.
Según el GNA, se abrió una investigación “para determinar las circunstancias del incidente” y “sancionar a quienes pretendan pertenecer al GNA”.
El mariscal Haftar goza del apoyo del Parlamento electo basado en Tobruk (este), hostil, como él, al GNA, fruto de un acuerdo interlibio firmado en 2015 en Marruecos bajo la égida de la ONU.
Un reciente encuentro en Abu Dabi entre el jefe del GNA, Fayez Al Sarraj, y el mariscal Haftar permitió un tímido acercamiento entre ambos líderes, que acordaron detener la escalada militar en el sur.
El GNA se instaló en marzo de 2016 en Trípoli aunque su autoridad está contestada por el Parlamento. Trata de controlar a unas decenas de milicias del oeste del país que afirman pertenecer a las fuerzas del GNA pero, en la práctica, son ajenas a todo control.