El mal-querido, por Pedro Duque

El mal-querido, por Pedro Duque

thumbnailcolaboradores-190x1301Una cosa es que a usted lo rechace más de la mitad del país y otra cosa es que lo rechace todo el país, no quiero imaginarme cómo se puede sentir una persona con poder pero sin autoridad, dónde el poder devino de una jugada magistral muy parecida al fraude y que lo obtuvo prácticamente por azar, pues nadie se imaginaba que el causante de esta tragedia dejara en manos del menos preparado de sus herederos el futuro del llamado socialismo bolivariano, el cuál sí es bolivariano no puede ser socialismo y sí es socialismo no puede ser bolivariano, pero eso es harina de otro costal.

Ahora, que no lo quieran los liberales es de sobrada razón, pero, que no lo quieran ni los liberales ni los populistas, ni nadie, es para preocuparse, hablar con un oficialista o hablar con cualquier venezolano ambos opinan lo mismo, el culpable es el Presidente que no supo administrar ni la plata ni el legado político que le dejó el Comandante eterno, los de oposición lo ven cómo la última metida de pata de su mentor y los del oficialismo lo ven cómo la única metida de pata, pero metida de pata al fin.

Unos y otros queremos que se vaya, los populistas creen que habrá ganancia de pescadores en este río revuelto, los liberales soñamos con un cambio radical que enrumbe a nuestro hermoso país a nuevos derroteros de prosperidad y bienestar para todos, dónde ingresemos definitivamente al Siglo XXI y salgamos de las tinieblas y oscurantismo medieval al que nos han llevado los populistas.





Para los populistas sacrificar al malquerido sería una opción favorable, algo así como una lavada de manos a lo Poncio Pilatos, o como un beso en la mejilla a lo judas, en ambos casos, lo estarían entregando al sacrificio, para ellos erigirse como los salvadores de esta tragedia, para los liberales en cambio, no es suficiente la salida del falso Mesías, es necesario algo más, salir de todos los falsos Mesías es la única opción y emprender la reconstrucción de la sociedad con hombres y mujeres de carne y hueso y, sobre todo, con libertad de pensamiento que aporten ideas y no sigan caminos y dogmas fallidos en todos los países del mundo.

El malquerido se nota disperso, sus ojos reflejan un alma cansada, agotada, extraviada, sin lucidez, parece que la avalancha de amor de pueblo lo tiene confundido, no sabe cómo se manifiesta el amor, con tomates, mangos y hasta huevos en avalancha ha recibido, un amor extraño pero según sus más cercanos colaboradores, es amor, el país según ellos no está descontento, sino, amoroso.

Sin embargo, lo que pareciera cierto es que a todos nos conviene su salida, una tregua habría de llegar los liberales al poder, la guerra imaginaria continuaría en cambio, sí el populismo se mantiene, porque el populismo es a la guerra lo que la arepa es al venezolano, no pueden vivir sin ella, sin los fantasmas del imperialismo el populismo no tendría cabida, por esta sencilla razón, necesario es cambiar, para que haya paz en Venezuela y el bien venza sobre el mal-querido definitivamente.

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