Una de las características de un cuerpo social sano se manifiesta cuando en su seno confluyen corrientes políticas claramente definidas y diferenciadas entre sí. Esto significa la existencia de diversas organizaciones en las que convergen miembros acomunados por afinidades de carácter ideológico, es decir, que comparten inequívocamente una misma cosmovisión, y por esta causa se distinguen de otras estructuras .
De esta afinidad por la forma de ver, entender y vivir el mundo emana la solidez, fortaleza y perpetuidad de dichas organizaciones; y en la consolidación de estos factores en cada organización política es donde descansa la pluralidad.
En Venezuela la pluralidad es mal entendida, y el problema resulta más complejo de lo que a simple vista se puede apreciar. En primer lugar, se nos presenta el hecho en el cual casi todas las organizaciones políticas en Venezuela son hijas del marxismo; “diferenciándose” entre ellas únicamente por sus variables: revolucionarios, socialdemócratas, socialcristianos y progresistas.
En otras palabras, no hay otras cosmovisiones del mundo encontradas entre sí, y las “desbandadas” que se producen en el seno dichas organizaciones o lo que conocemos criollamente como “Salta talanquera” solo son espejismos para ofrecer shows mediáticos ya que sus miembros derivan de una misma Idea nodriza – socialismo -, y de esto sobran los ejemplos, resultando de aquí “organizaciones” atrapa todo.
En segundo lugar, existe aquella estructura partidista que no tiene por base ideológica al marxismo y levanta el estandarte del liberalismo, pero contradictoriamente acude a las prácticas y discursos populacheros y chabacanos propios del socialismo en todas sus manifestaciones. Reciben en sus filas militantes de partidos con evidente tendencia socialista.
En tercer lugar resulta contradictoria la muy ufanada pluralidad con la coalición de partidos MUD cuando el sistema de pensamiento mayoritario es el socialismo con todas sus vertientes, y el que no es socialista se alinea y apela a sus prácticas, realizando tendenciosamente acciones conjuntas para la obtención de fines y objetivos partidistas y no nacionales.
Por lo anteriormente descrito se puede afirmar que tal “pluralidad” es una fraudulenta fachada utilizada por las dirigencias partidistas con dos fines: 1) Cercenar el pensamiento crítico e irreverente al régimen y a su “oposición” colaboradora y 2) Estafar con un concepto irrisorio de “unidad”, circunscrita a tramposos espectáculos electorales que destruyen la esperanza de los ciudadanos y golpea la autoestima colectiva; ambos fines con miras a mantener la estabilidad del sistema socialista que oprime en miseria y oprobio a Venezuela.
Frente a este escenario, es de suma importancia reconocer la existencia del Movimiento Nacionalista ORDEN como un nuevo, autentico y diferenciado actor político, pues plantea una cosmovisión del mundo opuesta en esencia y práctica al sistema imperante, y sus integrantes no están asociados a las viejas formas de “hacer política”.
Finalmente es vital advertir, que para evitar caer en el circulo vicioso de este sistema político caduco, el Nacionalismo Venezolano ideado, creado y presentado por el Movimiento Nacionalista ORDEN NO puede adoptar ni amoldar otros nacionalismos por dos importantes razones: En primera instancia sería una contradicción existencial severa, pues cada nacionalismo obedece a un acervo histórico característico de su propia cultura, se circunscribe a un contexto político, económico y social de determinada nación y corresponden a sus necesidades y proyecciones históricas. En segunda instancia, bajo la premisa anterior, y a diferencia de doctrinas como el socialismo y el liberalismo que no creen en fronteras; el nacionalismo no es exportable y mucho menos se puede importar. Dicho en otras palabras, cada nación tiene que forjar su propio nacionalismo y ser coherente a él.
VENEZUELA QUIERE ORDEN