Un domingo reciente, varios cientos de fieles venezolanos fueron sorprendidos con un estruendo cuando se congregaban en la misa de una Iglesia católica ubicada en una de las más emblemáticas barriadas pobres de Caracas.
Por Andrew Cawthorne / Reuters
Unas 20 personas irrumpieron en el recinto gritando insultos a los clérigos. Testigos relataron que gritaban, algunos usando franelas rojas, “¡Satanás con sotana!”, “¡fascista!” y “¡Chávez vive!”, en honor al fallecido presidente socialista Hugo Chávez.
“Algunos tenían miedo, claro, pero nadie fue lastimado”, dijo Luis Arias, un profesor de catecismo de 67 años que estaba ese día en la iglesia San Pedro Claver del 23 de Enero, una comunidad que en los últimos 18 años ha respaldado al Gobierno socialista y alberga los restos de Chávez.
“Dijeron que como allá los curas hablan de política, nosotros también tenemos derecho de hablar”, agregó.
El líder del grupo que interrumpió en la misa, quien trabaja en una estación de radio cercana, tomó el púlpito para dar un discurso político y denunciar al sacerdote de la parroquia por criticar públicamente al Gobierno del presidente Nicolás Maduro.
El incidente de fines de enero fue el último de cerca de media docena de altercados, algunos violentos, que en las últimas semanas han escandalizado a los jerarcas de la Iglesia católica de Venezuela, complicando su ya antagónica relación con el poder.
Hace un mes, partidarios del Gobierno protestaron frente a la casa del arzobispo Antonio López, en la ciudad central de Barquisimeto, después de que el sacerdote dijera en una procesión que el socialismo había traído “miseria”.
Otra noche, la Catedral de Caracas fue atacada a piedras.
Y justo antes de Año Nuevo, un grupo de asaltantes que portaba armas de guerra, entró a un monasterio en el estado andino de Mérida para concretar un robo masivo que aterrorizó por horas no sólo a los monjes, sino también a la comunidad cercana.
Aunque ese incidente se atribuye al auge de grupos criminales que azotan a Venezuela, ocurrió meses después de que otra banda de atacantes golpeó y desnudó a un grupo de seminaristas en ese mismo estado, y la frecuencia de los casos ya despierta dudas en la Iglesia.
“Esa lista a mi juicio indica que no son eventos aislados sino que hay una conexión entre ellos”, dijo a Reuters el arzobispo Diego Padrón, quien encabeza la Conferencia Episcopal de Venezuela, la principal autoridad eclesiástica en el país.
Enumerando los incidentes, Padrón comparó el encarcelamiento de sacerdotes y la hostilidad hacia la Iglesia con lo sucedido en 1958, cerca del final de la última dictadura venezolana.
“Eso me indica que tiene que haber una línea, una orden de que hay que intimidar a la Iglesia para que baje su discurso, se calle”, agregó el clérigo de 77 años.
“DE LA DERECHA”
Si bien la Iglesia protagonizó numerosas peleas con el Gobierno de Chávez, a fines del año pasado sus voceros empezaron a tomar una actitud más frontal contra su heredero, Maduro.
A pesar de su riqueza petrolera, la nación que forma parte de la OPEP sufre un colapso económico sin precedentes, agudizado por el desplome de los precios del crudo que generó una tenaz escasez de alimentos y medicinas, y la inflación más alta del mundo.
La tasa de homicidios de Venezuela también es una de las más altas del mundo y los opositores dicen que el Estado se ha transformado en una dictadura que bloquea elecciones, encarcela a sus adversarios y margina al Congreso, bajo control opositor.
Venezuela es un país profundamente religioso y los políticos de ambos bandos hacen alarde de su fe. Pero altos funcionarios del Gobierno acusan a los líderes de la Iglesia católica de complacer a la élite opositora, hablando mal de la gestión de Maduro para intentar derrocarlo.
“Ellos son parte de la derecha”, denunció el segundo hombre más poderoso del gobernante Partido Socialista, Diosdado Cabello.
En una manifestación pro gobierno en diciembre, Cabello pidió a los católicos presentes levantar la mano. “Aquí hay católicos que son chavistas también, no todos los católicos son escuálidos”, dijo el diputado, recurriendo al término que usan para descalificar a sus enemigos políticos.
Profundizando la enemistad con la Iglesia, otro alto funcionario acusó este mes a la jerarquía católica de impulsar una guerra en Venezuela, al tiempo que un obispo denunció que los teléfonos del clero estaban siendo intervenidos.
El Vaticano se involucró en la política venezolana en el último trimestre de 2016, cuando aceptó facilitar las conversaciones entre el Gobierno y la oposición. Pero el diálogo se derrumbó rápidamente por la falta de acuerdos.
A las afueras de la iglesia del 23 de enero, se observa pintada en una pared una figura de San Pedro, junto al lema “estamos con Chávez y Maduro”.
La congregación ahora espera que otro incidente como el de la irrupción no vuelva a repetirse.
“Para nadie es un secreto que el país está pasando muchas necesidades y la Iglesia trata de decir las verdades”, dijo Samuel Gamboa, un joven de 21 años, que toca la guitarra en el coro de la iglesia del 23 de Enero. “Pero todo el mundo necesita mantener la calma y manejar las cosas en paz”.