Fabricio Ojeda: El rumor como instrumento de dominio

Fabricio Ojeda: El rumor como instrumento de dominio

thumbnailFabricioOjeda

Un profesor universitario habanero, experto en teoría del rumor, me explicó hace años con un  sencillo ejemplo la utilidad que tiene este recurso para manipular a las masas y mantenerlas dominadas.

En privado –pues en clases no lo podía decir- me contó que en una oportunidad, la dictadura comunista cubana se vio en la necesidad de aumentar drásticamente las tarifas de la electricidad, pero en vista de su repetitivo discurso a favor de los pobres, no podía aplicar esta impopular medida sin causar descontento social.





Entonces, asesorado por expertos soviéticos, los laboratorios políticos pusieron a circular el rumor de que el gobierno tenía listo un decreto mediante el cual incrementaría el precio del deficiente servicio en 100%.

De inmediato, la especie comenzó a rodar de boca en boca, y aunque en esa época no existían email, twitter, facebook, whatsapp o pin -y nadie se atrevía a hablar más de la cuenta por teléfono- la “radio bemba” funcionó perfectamente y en cuestión de horas, todos los habitantes de Cuba tenían conocimiento de la supuesta decisión.

Durante más de una semana no se hablaba de otra cosa en la isla. “Compañero, el gobierno está loco ¿Y cómo vamos a pagar eso con los miserables sueldos que tenemos?”, era la angustiosa pregunta que en voz baja, se murmuraba en las calles y en las conversaciones privadas.

El tema, por supuesto, al tocar directamente el bolsillo desviaba la atención de otros asuntos más importantes como, por ejemplo, la pérdida de las libertades sociales, políticas, económicas y religiosas, la escasez, la represión, los presos políticos, la transformación del país en una cárcel, entre otros problemas que avanzaban vertiginosamente bajo el régimen totalitario de Fidel Castro.

Astutamente, el gobierno dio tiempo para que el rumor no desmentido se extendiera y aproximadamente dos semanas después –cuando todos daban como un hecho el alza exagerada de las cuotas eléctricas- “papá Fidel” entró en escena e hizo un anuncio en cadena de radio y televisión que más o menos decía así:

“Pueblo de Cuba, el Imperialismo y sus lacayos han puesto a circular rumores de que la revolución aumentará las tarifas eléctricas en 100%. Nada más alejado de la realidad, pues este gobierno jamás le haría algo así a su pueblo. Sin embargo, para nadie es un secreto que debido al embargo y el bloqueo de los Estados Unidos, la patria socialista está atravesando dificultades económicas que tenemos que enfrentar. En tal sentido, para mejorar este vital servicio nos hemos visto obligados a hacer un pequeño ajuste tarifario de solo 30%, que estamos seguros que la población entenderá como un aporte a la construcción del socialismo en Cuba. ¡Patria o muerte, venceremos!”.

La gente respiró aliviada y agradeció al comandante el haber aclarado el asunto, y aunque les subieron el monto de la mensualidad en 30%, todos quedaron contentos. Una vez más, el rumor surtió el efecto deseado y mató dos pájaros de un solo tiro: mantuvo a la población enfocada en cuestiones domésticas y “suavizó” la ejecución de un antipático decreto.

En este caso, se cumplió perfectamente la fórmula R = I x A (Rumor es igual a Importancia por Ambigüedad), creada por los académicos para explicar la ley que hace que los rumores sean difundidos espontáneamente por la población a la que se busca manipular:

Importancia: El tema del rumor debe revestir cierta importancia, tanto para quienes lo transmiten como para los que lo escuchan. 2) Ambigüedad: los hechos reales que se rumorean deben tener cierta ambigüedad, es decir, deben ser susceptibles de diversas interpretaciones. Como se verá, esta ambigüedad puede ser inducida por la ausencia o parquedad de noticias, por su naturaleza contradictoria, por desconfianza hacia ellas, o por tensiones emocionales que tornen al individuo reacio a aceptar las noticias”.

Así que ya lo sabe para que no lo agarren desprevenido, en una época cuando las redes sociales están plagadas de cadenas con informaciones sin confirmar, con las que los generadores de “bolas” pretenden angustiarlo, confundirlo y desenfocarlo de la realidad, para manipularlo, sojuzgarlo y mantenerlo dominado.