Pedro Carmona Estanga: Annus Horribilis

Pedro Carmona Estanga: Annus Horribilis

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Concluye un año negro en las aspiraciones de la mayoría de los venezolanos de encontrar salidas a la honda crisis en la cual se encuentra inmerso el país desde hace 18 años. Emulando a la Reina Isabel II en 1992 y a Koffi Annan en 2004, el 2016 ha sido para Venezuela un “Annus Horribilis”.

De una parte, se acentuó la depresión económica y la inflación, pues el PIB decrecerá en cerca de un 10%, en tanto que la inflación bate un nuevo record mundial en torno a 500%, con una tendencia alcista para 2017 en que podría superar el 1.000%, pese a los irracionales subsidios existentes. La pronunciada devaluación del tipo de cambio en la segunda mitad del año impulsó la inflación y con ello la pauperización de la población, amén de los graves problemas de escasez, de colapso del sistema de salud y de inseguridad personal imperantes. La decisión del gobierno a comienzos de año de devaluar el tipo de cambio oficial a Bs 10 y crear un tipo de cambio flotante, significó una promesa vacía y fracasada. El retiro de circulación de los billetes de Bs. 100 en forma arbitraria e improvisada, amargó las Navidades de comerciantes y de ciudadanos que protestan con razón, pues no entienden cómo pueda haberse procedido de esa manera absurda en plena temporada festiva.





El gobierno es incapaz de rectificar ante un estado de cosas caótico como el existente, y reincide en asfixiar al moribundo sector privado de la economía. Me conmovió el relato de un comerciante italiano con 40 años de vínculo con el país, que fue obligado a vender sus productos por debajo de costos, y manifestó que se regresaba a su natal Nápoles, triste y arruinado. El gobierno incautó además millones de juguetes a una empresa privada para repartirlos a los niños en nombre del gobierno, cometiendo un acto injustificable de piratería, que incrementa la desconfianza en un país que registra el índice de riesgo país más alto del mundo. Y por último, el gobierno limitó la venta de inmuebles y otras propiedades, en un afán de seguir entorpeciendo las operaciones mercantiles.

La venta de oro fue uno de los recursos desesperados del gobierno para obtener caja, lo cual ubica el nivel de las reservas internacionales en apenas a US$ 10.800 millones, mientras las de Colombia son de US$ 46.500 millones, pese a una coyuntura económica desfavorable. El gobierno sigue culpando a la derecha, al imperio y a la guerra económica de sus reiterados fracasos, los cuales son vistos por el mundo con perplejidad, pues no se comprende cómo el país pueda haber sido llevado a la virtual bancarrota. Nótese que el PIB se contrajo en un 20% entre 2013 y 2016, y que se registra un déficit en la balanza de pagos, no solo atribuible a la caída de los precios del petróleo, sino a la destrucción del aparato productivo, a la falta de inversión y a la extinción de las exportaciones no petroleras. El déficit fiscal fue del 9% del PIB en 2015 y sube este año, siendo financiado por el Banco Central con emisiones inorgánicas, que actúan como combustible a la hiperinflación reinante.

Si por el lado de la economía llueve, por los lados de la política truena. El año 2016 fue también terrible en atrocidades contra la institucionalidad y el Estado de Derecho. Comenzando por el accionar del írrito Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y de una Sala Constitucional amoral, que ha desconocido a la Asamblea Nacional (AN) de mayoría opositora, para obedecer de manera abyecta a los mandatos del gobierno. El TSJ desconoció todas las decisiones de la AN y a tres de sus Diputados, pues el propósito ha sido anularla. Sus últimas tropelías fueron el bloqueo al referéndum revocatorio como salida constitucional a la crisis, en una burla al país después de que la oposición sorteara los obstáculos puestos por el servil CNE a la recolección de firmas. Y a última hora, el TSJ ha tenido el descaro de designar a dos de los rectores del CNE, atribución que corresponde constitucionalmente a la AN, ello porque en la conformación del CNE descansa la vida del régimen.

Con respecto al diálogo gobierno-oposición, el año cierra en forma igualmente bochornosa. Maduro convenció al Papa Francisco de que la salvación de la crisis era la facilitación del Vaticano al diálogo impulsado por Ernesto Samper y Unasur, con la participación de tres ex presidentes comprometidos en oxigenar al régimen hasta 2019. No sorprende que el gobierno haya incumplido los compromisos anunciados en noviembre, y por ello, ante la falsedad de sus ejecutorias, la oposición se negó a sentarse de nuevo en la mesa con el gobierno. El Secretario de Estado del Vaticano Pietro Parolín debió dirigir una carta al gobierno conminándolo a cumplir dichos compromisos, la cual motivó soeces declaraciones del Diputado Cabello, vocero del régimen en cuanto insulto haya que expresar.

El Presidente de la AN ha dicho que el diálogo está muerto, pero el gobierno había matado ya el revocatorio. Ante las tensiones exacerbadas en este diciembre, la reunión de enero carece de sentido, pues solo favorecería a un régimen manipulador, que está técnicamente revocado. Otro de los atropellos cometidos tiene que ver con la posposición de las elecciones de gobernadores y alcaldes por el CNE, pues no es prioritario para un régimen que considera a Venezuela como su hacienda. Maduro prevarica al amenazar con las armas antes que ceder el poder, ni ahora ni en el 2018. La comunidad internacional debe por tanto condenar el golpe progresivo y continuado que ejecuta el régimen, como lo hizo Mercosur para furia del gobierno, al suspender a Venezuela por incumplidora de compromisos, entre ellos el protocolo democrático de dicho organismo, y negarse a recibir a la Canciller Rodríguez, quien protagonizó un vergonzoso espectáculo en Buenos Aires. La OEA debería por su lado activar la Carta Democrática sin demoras, basado en el informe Almagro.

En cuanto a la oposición, la reciente Encuesta Keller muestra importantes mensajes a la MUD y a la dirigencia política. La sociedad no acepta más que se antepongan intereses individuales o grupales sobre el interés común, o que se tomen decisiones en cenáculos cerrados. Pese a que la AN decidió retomar recientemente la hoja de ruta hacia la desobediencia cívica y para el antejuicio de méritos contra el Presidente de la República, y que desconoce la designación hecha por el TSJ de dos miembros del CNE, es menester repensar la estrategia futura de la MUD, incluir asesores de alta respetabilidad, y enfrentar las críticas que afloran en su seno. Los jóvenes ya hacen tienda aparte de la dirigencia política y, bien lo sabemos los venezolanos, ni la desunión ni la antipolítica pasional son buenos aliados. En lo personal, habiendo vivido complejas experiencias pasadas, soy prudente en juicios hacia la MUD, pero considero llegado el momento de encarar las preocupaciones existentes.

El año 2016 ha sido también doloroso por el éxodo acelerado de decenas de miles de venezolanos, que comienzan a generar sentimientos adversos en otros países, pues ya no solo se trata de profesionales e inversionistas que eran bienvenidos, sino de personas sin preparación o recursos que prefieren aventurarse a pasar trabajo en el exterior, antes que vivir la crisis humanitaria y de inseguridad que afecta al país. Es desgarrador ver a gente desesperada por el hambre escarbando la basura en busca de alimentos, o muriendo por falta de asistencia hospitalaria o de medicinas.

Ante ese balance catastrófico, producto de la acumulación de errores desde 1999, y de la negativa pertinaz del gobierno a rectificar en materia económica, en reconocer la voluntad popular, liberar a los presos políticos y detener la represión a la disidencia, es necesario recurrir a la desobediencia cívica no violenta de manera sostenida, conectando con el sentir de las mayorías. La muerte de Fidel Castro, de tanta influencia en las decisiones del gobierno, deja huérfano a Maduro pero no desasistido, pues el castrismo y el Foro de Sao Paulo siguen brindándole fundamental apoyo.

Que Dios bendiga a Venezuela y le traiga algo de sosiego en esta Navidad, con fe y determinación en la lucha por un futuro mejor. Creo que pese a todo, la fuerza divina nos acompaña en estos tiempos aciagos. Una Feliz Navidad y Año Nuevo a los lectores, y en especial a las víctimas de la violencia oficialista, o que sufren de persecución, exilio o privación de la libertad, derecho este que es pivote sobre el que descansa la dignidad del ser humano.

“Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios”

Publicado originalmente en Desde la Distancia