El nuevo mandato del presidente de Nicaragua Daniel Ortega está jaqueado por el declive de la ayuda venezolana y la perturbada relación con Estados Unidos tras las elecciones que ganó por tercera vez consecutiva el 6 de noviembre, dijeron analistas.
AFP
Su principal dificultad será garantizar nuevas fuentes de financiamiento y mantener el flujo de inversiones para sostener la estabilidad económica que el país logró durante su administración, afirmó a la AFP el director de Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades), el economista Néstor Avendaño.
Nicaragua registra un crecimiento promedio anual del 5%, una presión inflacionaria baja, una brecha de cambio inferior al 1%, y reservas de divisas del orden de los 2.492 millones de dólares.
Sin embargo, la economía de Nicaragua es muy susceptible a circunstancias externas que en este momento no lucen favorables.
La crisis que enfrenta Venezuela ha reducido en los últimos dos años la cooperación que brinda a Nicaragua, que se aproximó a los 4.800 millones de dólares en préstamos petroleros favorables e inversiones entre 2007 y el primer semestre de 2016.
Se estima que Venezuela suplió este año apenas el 33% de la demanda de hidrocarburos de Nicaragua, que lleva dos años comprando crudo en otros mercados como Estados Unidos.
Actualmente “estamos pagando el 67% de las necesidades de hidrocarburos al cash (de contado)”, subrayó Avendaño, para quien la eventual pérdida del crédito venezolano afectaría principalmente las reservas internacionales y eso podría generar “una presión inflacionaria acelerada”, entre otros riesgos, advirtió el analista.
Afectará además los proyectos sociales y productivos que el gobierno financiaba con dinero venezolano.
Por otro lado, la elección de Ortega, en la que no se admitió la participación de la oposición ni observadores internacionales, fue calificada de “viciada” por Washington. Eso podría acelerar la aprobación de un proyecto de ley denominado Nica Act (ley de condicionalidad a las inversiones en Nicaragua).
La iniciativa, que está en manos del Senado, cerraría a Managua las puertas a créditos del Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que son muy importantes para el país.
Las consecuencias del Nica Act podrían ser “menos financiamiento a la inversión pública concesional, menos flujos en la inversión extranjera directa, menos crecimiento económico y más desempleo”, indicó Avendaño.
Un deterioro de la relación con la Casa Blanca podría afectar, además, la alianza que el gobierno tiene con los empresarios, debido a los fuertes lazos económicos que Nicaragua tiene con Estados Unidos, opinó el analista y jurista Gabriel Alvarez.
El Nica Act podría “descomponer los pilares fundamentales” de esta relación, dijo Alvarez a la AFP.
-Buscan soluciones-
El gobierno busca contrarrestar las eventuales sanciones estadounidenses con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) en el cual tiene desde el 2015 acceso a recursos no concesionales y una cartera disponible de 1.000 millones de dólares.
Plantea, además, potenciar el clima de seguridad, el mejor de la región, para atraer inversiones y desarrollar el turismo.
A juicio del experto en derecho internacional Mauricio Herdocia, Ortega debe aprovechar las conversaciones con la Organización de Estados Americanos (OEA) para comprometerse en el fortalecimiento del sistema electoral y el diálogo político.
“Eso le va a permitir mejorar su relación con Estados Unidos y detener la aprobación del Nica Act”, dijo Herdocia a la AFP.
“Quizá el mayor desafío de Nicaragua en los próximos años será el establecer en el plano internacional la legitimidad de su sistema político”, señaló por correo electrónico la analista mexicana Verónica Rueda, profesora de la Universidad de Quintana Roo.
También es importante que Nicaragua fortalezca las relaciones con sus vecinos centroamericanos, que constituyen su segundo socio comercial, después de Estados Unidos.
Por otra parte, la llegada del republicano Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos parece agregar incógnitas al futuro país, si se considera la amenaza de revisar los acuerdos comerciales y expulsar a los inmigrantes, que formuló durante su campaña.
Tales medidas afectarían el comercio y el flujo de remesas familiares, que es la segunda fuente de recursos externos de Nicaragua.
Las remesas familiares y la ayuda venezolana contribuyeron a que Nicaragua redujera la pobreza de un 42% a un 30% entre el 2009 y el 2014.
El hecho de “que el dinero (venezolano) deje de venir y la economía entre en cierta contracción va a tener un efecto negativo en los ámbitos sociales”, afirmó el sociólogo y analista René Vargas a la AFP.