La palabra lógica proviene del griego “logos” que significa “razón”. Actuar o pensar con lógica es hacerlo en forma razonada y argumentada.
Si utilizamos el pensamiento lógico para analizar los últimos acontecimientos ocurridos en Venezuela, estos ya no podrían seguir siendo manipulados para confundir y engañar a la ciudadanía.
Resulta difícil explicarle a la “razón”, que adversas y te opones a un sistema del cual tu mismo formas parte. Al que reconoces como legítimo, respetas y obedeces a cabalidad.
Pero es mucho más díficil de explicar cuando a la vez hablan de democracia, institucionalidad y constitución; porque si existieran, se deja en evidencia que la obediencia no se debe a la amenaza del dictador.
Independientemente de que tan duro le grites que es un “tirano”, o de que califiques de “prostíbulo” a su Tribunal de Justicia, si con los hechos le otorgas la investidura de “Presidente Constitucional”, y acudes jurídicamente a la Sala apelando a la “justicia”, las palabras se las habrá llevado el viento dejando sólo show y circo.
Afortunadamente comienza a imponerse la razón. El poder otorgado el 6D -ya hace casi un año- fue de tal magnitud que se agotaron las excusas: No haber capitalizado en aquél momento casi ocho millones de votos que significaban ocho millones de personas en la calle dispuestas a restituir el estado de derecho, el hilo constitucional, y a recuperar la anhelada libertad. No haber aprovechado la tribuna mediática internacional del momento. Haber transformado la euforia colectiva en la “pena del perdedor”. Así fue como comenzaron a generarse las “dudas razonables” en el electorado que en ellos confió.
Dieciocho años para que lograran llegar, y esperaron hasta ese momento para reunirse a planificar una “hoja de ruta”.
Luego de un inexplicable “tiempo muerto” -dos meses después- presentan al país una agenda, que sorprendentemente no incluye la destitución de Nicolás Maduro por su doble nacionalidad, siendo esta la vía expedita, constitucional, e independiente de los demás poderes. Prefirieron transformar la “ruta” en un enredado laberinto leguleyo, dependiente de esos “poderes secuestrados”.
Embaucaron al país en la causa de un referendo revocatorio utópico y paulatino, que finalmente como se esperaba, hubo que abortar.
Pero logró su objetivo: ganar un preciado tiempo que las tiranías suelen convertir en oxígeno. Enfriar la euforia del triunfo que empoderaba a los ciudadanos… para desmoralizar, una vez más, el ímpetu libertario.
Nuevamente cedieron el “mango del sartén”, y comenzó “la ruta” a la que nos tienen acostumbrados: marchas permisadas con horarios, cacerolas, y acciones defensivas.
Mientras se repite esta trágica historia, ya están sentados de nuevo en la mesa de un diálogo propiciado por el propio Maduro. Dirigido por “operadores” impresentables como Zapatero, Samper y Timoteo Zambrano, quien por cierto, también fingió defender los intereses de los venezolanos en la Mesa de Negociación y Acuerdos de 2003. Siempre con el fantasma de la UNASUR de fondo como “gran facilitador”, y el Vaticano (obviaré comentarios personales de mi percepción hacia Papa Francisco, y a la CEV por respeto a la feligresía) como “garante”.
Valerse de la fe católica como excusa para abortar la marcha anunciada a Miraflores, junto con el prometido juicio político a Nicolás Maduro, no es más que otra maniobra de manipulación a la que también nos tienen acostumbrados.
Utilizar a los presos políticos como piezas de canje para lograr acuerdos electorales convenientes, es tan indigno como peligroso. Un régimen tiránico y delincuencial como este puede convertir el “secuestro” en una industria para producir rehenes intercambiables.
Sumisión, tiempo, y estabilidad política, es lo único que podría “ceder” la MUD en una mesa de diálogo. Tres factores, que de otorgarlos, nos arrancarían la libertad para siempre.
Apelo al “pensamiento lógico” para preguntarle al amigo lector: ¿Qué otra cosa podría solicitar el régimen?.
Hay incontables pruebas de los pactos que hacen que sea inútil cualquier acción electoral. Siguiendo al liderazgo cómplice, los venezolanos han intentado de todo, desde la mega abstención del 2005 hasta el fraude presidencial de 2013, y un triunfo -tan aplastante como irrelevante- como el de diciembre 2015. Ahora, para intentar confundir aún más a la gente que no quiere elecciones sino recuperar la soberanía y la libertad. La calidad de vida, alimentos, seguridad, salud, vivienda, transporte y educación; pretenden seguir ganando tiempo con complicadas, costosas, legitimadoras e inútiles “elecciones generales”, la nueva tarea que le asignaron a la MUD, “la cual, aceptó”.
La lógica indica que si no permitieron un referendo revocatorio que era constitucional, si se atrevieron a violar nuevamente la ley sin ser condenados por la Comunidad Internacional, por el Vaticano, por los organismos internacionales -OEA, ONU, UNASUR- Mucho menos permitirán ceder el poder por la vía electoral.
Si nosotros los ciudadanos de a pie lo tenemos muy claro, ¿por qué la dirigencia política “opositora” sigue actuando como si existiese democracia y estado de derecho en el país?.
…Que el “logos” interno de cada quien ilumine su respuesta.
Mónica Corrales M. @monicacorrales #SalvaTuVoto #LibertadONada