A fines de 2007, alguno de los farsantes que han desfilado como costosos asesores del chavismo, incluidos los españoles de Podemos, le vendió a Chávez la idea de quitarle 3 ceros a la moneda para combatir la inflación. En diciembre de 2007, Chávez nos deseó el Feliz Año con el decreto del que denominaría pomposamente “bolívar fuerte”. Pero el despilfarro, la ineptitud, la corrupción, la “regaladera” a sus compinches externos y la maquinita de fabricar billetes del BCV, sin descanso y sin respaldo, nunca cesaron, así que el dinero circulante seguía creciendo sin control, y pronto aquella canilla de pan que comprábamos con el “bolivita” fuerte empezó a costarnos 10 bolívares, es decir, 10.000 de los de antes; y luego 100 bolívares (que el régimen seguía llamándolos “fuertes”). Y así hasta llegar a la aberración constatada por el Cenda –Centro de Documentación y Análisis Social, que le pone voz al delictivo silencio del BCV sobre inflación y escasez– de que el precio de la cesta básica familiar durante el pasado mes de agosto (alimentos, artículos de limpieza, higiene personal y medicinas) alcanzó la escandalosa cifra de 502.881,34 bolívares, o sea, más de 500 millones de los bolívares de hace 9 años. El Cenda también reportó el valor de la canasta alimentaria, que cerró el mismo mes en 383.925,20 bolívares (casi 384 millones de los bolívares “viejos”), lo que supone “un salto de 658,4% más que en el mismo mes de 2015, cuando se ubicó en 50.625,52 bolívares”. Al comparar el costo de la canasta alimentaria con el salario mínimo vigente, queda desmentido el cacareo del régimen sobre los “logros de la revolución”: un grupo familiar requeriría hasta 25,5 sueldos básicos para adquirirla, si la consiguen. Porque estos aterradores datos están incompletos sin las cifras de escasez. En agosto se ubicó en 43,10%: “La lista de los productos muy difíciles de obtener –corroborada por el Cenda– incluye leche en polvo, atún enlatado, pollo, carne e hígado de res, pernil, huevos, queso blanco duro y mortadela, caraotas, lentejas, arvejas, arroz, margarina, azúcar, aceite de maíz, harina de trigo, avena, pan, pastas alimenticias y harina de maíz”, es decir, los esenciales.
Maduro tiene como asesor a quien él llama “el Cristo de la economía”, un marxista del Podemos español, quien sería el artífice del Decreto de Emergencia Económica, el mismo que en ocho meses de aplicación y sucesivas e inconstitucionales renovaciones ha disparado la escasez de alimentos y medicinas, las colas, la especulación, la inflación y el deterioro del aparato productivo. La situación empeora aceleradamente, sin que Maduro reconozca la gravedad de la crisis humanitaria y solo se ocupe de su obsesión por el poder. El politólogo Nicmer Evans, de Marea Socialista, afirma que “después de todos estos meses con el Decreto de Emergencia, estamos peor, lo que evidencia que los intereses no son los de la mayoría, sino de sectores que se están enriqueciendo aún más por la asignación discrecional de las divisas”. El desorden y la corrupción son mayúsculos. El representante de Venezuela ante la OIT, Jorge Roig, explicó que mientras otros países acuden a los mercados con anticipación para comprar materia prima de mejor calidad y mejor precio, los importadores del chavismo “están comprando el repele”, es decir, lo de peor calidad y con sobreprecios escandalosos. Los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP) ni producen ni abastecen. Millones de venezolanos pobres no reciben la bolsa “con raciones de supervivencia” y el bachaqueo se está apoderando de buena parte de su contenido. Los repartidores en el camino les extraen algunos productos a las bolsas que luego bachaquean en el barrio, como denuncia El Nacional, que además informa que a los receptores de las bolsas los obligan a llenar una planilla con todos sus datos y los de su familia, que constituyen “una ficha política, electoral y policial”. El ausentismo escolar es enorme por falta de alimentos y suspensión del PAE. Las cifras de desnutrición infantil son aterradoras. Aunque Maduro y su también inepta canciller niegan que la haya, la dantesca crisis humanitaria es tan innegable que 30 países solicitaron esta semana a la ONU que colabore a paliar la crisis del país, a la par que su alto comisionado para los Derechos Humanos criticó la negativa de Maduro a que accedan al país expertos de Naciones Unidas. El secretario de Estado de Estados Unidos le mostró a Maduro en Colombia su “enorme preocupación por el pueblo de Venezuela, por el nivel de conflicto, el hambre y la falta de medicinas”, y le habría pedido que el RR se realice este año. La situación sanitaria es atroz. La reaparición de la difteria en el país indica que no se está cumpliendo con el plan de vacunación. El Correo del Caroní denuncia que el “gobierno oculta que han muerto 17 niños con difteria”. Se han registrado 148.670 casos de malaria, lo que significa un crecimiento de 359%. Desde hace 6 meses la escasez de medicinas se mantiene en 85%. Y ante este panorama, Aristóbulo Istúriz, Freddy Bernal con sus CLAP, y el ministro Jesús Faría al unísono dicen que “lo peor de la crisis ya pasó” y que este tercer trimestre será tan bueno que hasta cada bolsa de los CLAP tendrá un pernil .Pero la realidad es más terca que las mentiras, porque el experto Jorge Roig asegura, dato en mano, que “viene una etapa mucho peor en materia económica para el país, debido a que no se ha resuelto ningún problema de fondo: siguen los ataques a la empresa privada, bajos precios del petróleo, inflación desatada y cero incentivos a la producción”, y añade que “las importaciones son muy poco transparentes y que el ámbito militar lo hace una caja negra que podría revelar los verdaderos precios”. En dos platos, que Maduro, al encargar a los militares de la importación y distribución de alimentos, los ha puesto “donde haiga”, para seguir sosteniéndose en el poder. Por algo ya las encuestas revelan 70% de rechazo a los militares.
Con la población sin alimentos ni medicinas; los delincuentes con armas de guerra y granadas; represión contra la disidencia expresada en la creciente lista de presos políticos; Maduro rechazado dentro y fuera de Venezuela; su ministra de la Mujer (que enmudeció cuando a María Corina los chavistas le quebraron la nariz a golpes en la AN), lejos de preocuparse porque en Venezuela bate récords el embarazo de adolescentes, o de ponerle coto al sufrimiento de madres con niños desnutridos, o protestar por la atrocidad de la desalmada ministra de la Felicidad de desalojar de Ciudad Tiuna a una madre y sus hijos por cacerolear a Maduro, la grotesca ministra de la Mujer pide al tsj “la prioridad” de “revocar la inmunidad de Henry Ramos Allup por ‘misoginia”, es decir, por aversión a las mujeres, solo porque reclamó a las cuatro chavistas del CNE respetar los violados derechos electorales de los venezolanos, y a la “canciller”, lo que se merece, en su condición de muestra patética de cómo ha degenerado la otrora envidiable diplomacia venezolana. Esta catástrofe es insostenible. Y los ineptos del régimen lo saben.