Fantasía psicótica, por José Luis Centeno

Fantasía psicótica, por José Luis Centeno

thumbnailjoseluiscentenoLa pérdida burda del sentido de realidad, francamente apreciable en la camarilla corrupta del régimen, cuya máxima expresión clínica es la aparición de delirios y alucinaciones en sus máximos representantes, pasó a casos extremos de psicosis causantes de la coyuntura económica, social y política de Venezuela, con perturbación intensa y manifiesta de la vida del país, por captar la realidad y situarla en un contexto material, emocional, relacional y social dotándola de significado pernicioso a la luz del Socialismo del Siglo XXI, o lo que es lo mismo, la jerigonza comunistoide inducida desde Cuba, con un sentido de pragmatismo a ultranza que descarta cualquier resquicio de convicción ideológica.

 

Tal como a mí me parece entender, el gobierno está paralizado de miedo ante el revocatorio y sin esperanzas democráticas de superar ese atascadero, dispuesto incluso a terminar de quitarse la máscara de “paladines de la democracia” por muy alto que sea el costo político dentro y fuera de nuestras fronteras. Por eso el gobierno delira, por lo psicótico, es decir, nos dice que no le tiene miedo al revocatorio pero a la vez entorpece su realización afirmando que la voz del pueblo le ha advertido que el imperio le ha colocado una trampa que se terminará de activar cuando el CNE fije la fecha de la consulta. La situación objetiva que se observa es miedo intenso al revocatorio, por eso el gobierno delira, a pesar de eso, es probable, que fije la consulta para este año mirando de reojo a la oposición, reaccionando y comportándose como si estuviera convencido de que el imperio quiere derrocarlo. Y no es difícil imaginarse a los hermanitos Rodríguez explicándole al mundo entero como el imperio quiere mancillar a la República Bolivariana de Venezuela o asociando a la “experiencia traumática de la guerra económica o escalada mediática contra la economía venezolana y funcionarios venezolanos”, que refieren como cosas ciertas y que no ha existido más que en su fantasía psicopática. Cuando expreso esto, Jorgito sabe que no me falta razón.





 

Nuestros gobernantes son claramente psicóticos en cuanto a su capacidad de borrar los límites entre realidad interna y externa, entre fantasía y realidad, con tendencia a cronificarse como psicóticos con ansiedades catastróficas de descomposición del país. Se comprende así el constante sentimiento de carencia de apoyo popular, el resentimiento, la insaciable reclamación de lealtad al legado y la constante insatisfacción que no hace más que retroalimentar la grotesca corrupción con una actitud victimista, convirtiendo en objeto de odio, desprecio o indiferencia a la oposición, reprochándole su incapacidad para dialogar o para comprenderle, sin dejar nunca de exigir que se le respete y se le comprenda a la vez que lo hace imposible. Círculo vicioso que pareciera estar llegando a su fin, circunstancia que ha subido de tono los delirios y alucinaciones de contenido frecuentemente autocrático, generando situaciones límites dentro y fuera del país, ya no es solamente la Toma de Caracas sino un sinfín de situaciones con carácter definitorio en Mercosur, la OEA, la ONU y hasta en el Vaticano, que hacen pensar que los típicos delirios de posesión del poder vendrán a toparse con una realidad muy diferente a la imagen idealizada de sí mismo que ha mantenido el gobierno hasta ahora.

 

La apariencia democrática de la fantasía psicótica del gobierno es engañosa y falsa, precipitándose hacia una falsa situación de diálogo y entendimiento en la que Nicolás sería una figura sustitutiva del Presidente de la Republica, con la que tiende a quedar enredado más que unido al pueblo que dice representar, planteando el problema de la dialéctica entre los procesos de transición y cambio en el curso de la formación y desarrollo de la realidad política cuyo vértice se trasladó con el revocatorio a cualquier mecanismo constitucional con el cual se pueda salir de este gobierno caracterizado por un trastorno grave del sentido de la realidad.

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