El injusto encarcelamiento de López se ha convertido en la piedra de toque del régimen chavista cuya única estrategia es la huida hacia adelante en un progresivo endurecimiento que le ha llevado incluso a no respetar la voluntad popular que el pasado diciembre otorgó un aplastante triunfo a la oposición en la Asamblea Nacional con el mandato de devolver al país a la senda de la normalidad democrática. La Asamblea aprobó, en una de sus primeras medidas, una amnistía que debía traducirse en la liberación de López y los demás presos políticos, pero el Gobierno de Maduro puso el asunto en manos del Tribunal Supremo, nombrado por el chavismo, quien desestimó la decisión parlamentaria. Del mismo modo, Maduro está retrasando injustificadamente la celebración de un referéndum revocatorio sobre su persona propuesto por la oposición, que ha cumplido escrupulosamente con todos los requisitos impuestos por el chavismo.
Las imágenes de decenas de miles de venezolanos cruzando la frontera con Colombia para comprar bienes de primera necesidad muestran la penuria material en la que Maduro está hundiendo a su país. La prisión de López muestra la penuria política.