La tarde de este lunes sobrevolaron al menos ocho lugares. Dos de los familiares que acompañaron al comandante de la Zona Operativa de Defensa Integral Número 62 Bolívar (ZODI Bolívar), Jesús Montilla Oliveros, regresaron con las manos vacías.
– “Recorrimos todo eso, Yoly, y allí ya no quedaba pero nada, ni molino, ni máquinas, ni na”, contó uno de los jóvenes a la esposa de José Gregorio Nieves, un joven de 27 años que -hasta hace una semana- trabajaba como mototaxi. “¡Esos malditos!”, sentenció.
– ¿Buscaron bien? ¿Fueron a dónde te dije, en donde está el camino como quien va al fundo? La esposa de Nieves no paraba de hacer preguntas, pero la respuesta era la misma: “No encontramos nada”.
– Coño llave, te estoy diciendo que allí está mi hermano. Veme las manos, yo mismo lo busqué por todos lados. Se llevaron todo.
El hermano de Nieves solo dice haber visto rastros de aceite de una camioneta que en la tarde tuvo que haber transitado por el lugar, a unas dos horas de la protesta en la Troncal 10, la carretera nacional que conecta al pueblo de Tumeremo, todos los pueblos del sur, incluyendo la frontera con Brasil, con el resto de Venezuela.
Lo que siguió fue llanto. Son las mujeres las que se abrazan en la protesta que han levantado en esa angosta carretera de dos canales. Inmediatamente, a las 6:20 de la tarde, llegó uno de los voceros de la Defensoría del Pueblo, Kenny Vargas.
Agrupados a su alrededor y montados en camiones que han atravesado el lugar, la comunidad le gritaba pero, especialmente, una de las hermanas de los desaparecidos.
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