La presencia de microcefalia en un recién nacido puede deberse a causas genéticas o adquiridas. Dentro de estas últimas, son varios los motivos que pueden conducir a un retraso del desarrollo cerebral, entre las que destacan la exposición a tóxicos o a virus.
Por este motivo, aunque el número de bebés con microcefalia se ha disparado coincidiendo con la expansión de la infección por e lvirus Zika, no estaba claro si este patógeno estaba detrás de ese aumento.
Un estudio viene a aportar una prueba de que el virus puede adentrarse hasta el cerebro del feto aunque, todavía está por ver la relación causa efecto, es decir, si todos los casos de anomalías cerebrales detectadas en Brasil se deben al Zika.
Desde que se ha disparado la infección por el virus Zika, al mismo tiempo ha habido un aumento de los casos de microcefalia, sobre todo en Brasil. Sin embargo, debido a que no hay un buen test de diagnóstico de la infección, y que sólo existe una prueba que determina la presencia del virus durante unos días (periodo de viremia), es difícil establecer la causa efecto.
Además, como explica Susana Boronat, miembro de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica, perteneciente a la Asociación Española de Pediatría, “aunque todo el mundo piensa en este patógeno como la causa que puede estar detrás de un buen número de casos de microcefalia, ésta puede estar originada por otros motivos”.
La microcefalia, que por sí misma no se considera una enfermedad sino un marcador de tal, puede originarse por causas genéticas o por varios patógenos. “El toxoplasma o el citomegalovirus, cuando infectan en el primer trimestre de la gestación, pueden generar malformaciones graves e incluso pérdida del feto”, explica Boronat.
Otra causa que apunta Tomás Pomarola, miembro de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), es la exposición a un tóxico durante el embarazo. “El hecho de que hayan aparecido más casos de microcefalia en algunas zonas de Brasil podría apuntar a un tóxico”, señala.
Por este motivo, el artículo que aparece en NEJM tiene su relevancia. Se trata de la descripción de un caso, una mujer europea que se infectó de Zika mientras trabajaba en el noreste de Brasil en la semana 13 de gestación y que decidió regresar a su país. Allí le detectaron con ecografía que el feto tenía microcefalia y decidió interrumpir su embarazo.
Los investigadores de diferentes departamentos de la Universidad de Ljubljana, Eslovenia, analizaron diferentes muestras de distintos órganos y tejidos del feto.