Rafael Valera: La apuesta a la libertad es el verdadero emprendimiento

Rafael Valera: La apuesta a la libertad es el verdadero emprendimiento

thumbnailrafaelvalera1Los partidos políticos actualmente parecen más cajas de telarañas que cunas de desarrollo e ideas. La crítica del deterioro generalizado de Occidente está también presente en sus instituciones políticas, en sus organizaciones y especialmente en sus miembros.

No obstante, existe una gran gama de países del hemisferio que están conociendo los frutos de la apuesta a la Libertad. Trascienden las ideologías para encontrar las herramientas con las que podrán elaborar un porvenir de excelencia y éxito.

La respuesta a esto es porque el círculo vicioso estatista (del lado liberal y del socialista) ha sido abandonado, dejando en el pasado un número de consecuencias inevitables que provocaron estancamientos en diferentes flancos de los países. Veamos por qué.





Tras una férrea dominación de la Unión Soviética, Estonia se erige como uno de los países más avanzados a nivel tecnológico y político. Sus reformas económicas bajo el mando de Mart Laar (Erakond Isamaa ja Res Publica Liit) en una sólida tendencia pro-Libertad diluyeron los vicios estatistas de la vieja URSS, apuntaron al crecimiento económico y a su llegada a los primeros puestos de los Índices de Libertad humana y de Libertad Económica.

Al Oeste de la “e-Estonia”, en Suecia el mito preciado de los socialdemócratas se derrumbaba con la excelente gestión del Partido de Coalición Moderada (Moderata samlingspartiet) con Anders Borg al frente del Ministerio de Finanzas recortando gastos e impuestos referentes al Estado, dando además una presencia realmente seria al libre mercado.

En estos casos, la innovación de los partidos es indiscutible considerando la ruptura incisiva con el modelo político que perpetuaba al Estado sobredimensionado, las excesivas dádivas y un creciente gasto público –por nombrar sólo unas pocas características.

Aquí es donde los libertarios hacemos el mayor énfasis: ingeniería política y constitucional.

En un principio, desde muchos partidos (especialmente en Latinoamérica) el esqueleto que busca asimilar las necesidades de la ciudadanía se limita a cumplir sus más superficiales objetivos de manera mediocre.

Es decir, en vez de revolucionar la relación individuo-organizacióntrabajando juntos para poder descifrar nuevas prácticas concernientes a la solución de problemas, se limitan a la continuidad o aumento del estatismo.

Es cierto que el Estado es el método por excelencia de gerencia para una Nación, pero actualmente ha ganado un protagonismo innecesario en la tarea del avance de un país… Incluso los “liberales” más profesos han utilizado al Estado para ello.

La prolongación de esta práctica ha causado un peligroso deterioro en las instituciones políticas aumentando su tamaño y los partidos se han adherido a ella, generalmente al ver que funcionan relativamente bien y para lograr mayor control sobre ellas.

Nuestra ingeniería política debe basarse, entonces, en un profundo cambio de reglas, debemos prescindir de tradicionalismos políticos y reactivar el músculo cambiante que ha sido la sociedad –que por si no fuera suficientemente grave, lo ha olvidado.

Esta es el sistema organizacional humano que ha logrado ser exitoso a lo largo del tiempo, ¿por qué cuestionar su efectividad dejando sus responsabilidades a merced de prácticas que, si bien son “seguras” en cuanto a aplicabilidad, pueden desembocar en crisis gravísimas?

Por otro lado, la ingeniería constitucional es un efecto de la ingeniería política.

Al dar comienzo al proceso creativo en la política, descubriendo maneras de satisfacer necesidades, innovar sobre las ya existentes, repensando los métodos, perfeccionándolos o hasta cambiar el modo en el que se llevaban a cabo las cosas, la reestructuración del marco jurídico, la inclusión de estos nuevos conocimientos para su protección y su libre aplicación es lo más determinante para asegurar el camino y evitar “chascos” procedentes de la burocracia.

El constitucionalismo tendrá un sinfín de posibilidades para reivindicarse y erigir una Carta Magna que salvaguarde las libertades individuales y económicas y no que genere mayor cantidad de regulaciones que puedan obstaculizar los planes de los individuos.

El reto para consolidar el futuro de Venezuela recae en estos tasks a corto, mediano y largo plazo. Sacudir el sistema con creaciones luminosas entendiendo el riesgo del aun más luminoso fracaso se entienden como los primeros pasos a dar para lograr una salida fuerte que marque un rumbo grandioso de los primeros diez años pos-tiranía.

El emprendimiento no está en manos del Estado, sino de la ciudadanía quien, apostando a la Libertad podrá hacer un gran uso de la conciencia cultural que ha ido afilando en tempestuosos años de comunismo incesante.

Los libertarios tenemos un gran desafío en puerta. Necesitamos transmutar las críticas y propuestas en realidades que faciliten el ingreso y el avance de los individuos.