La iniciativa de Petrocaribe, un claro ejemplo de la “petrodiplomacia” que fomenta Venezuela, ha saltado a la palestra y su vigencia se está poniendo en duda tanto por razones económicas como por los recientes cambios políticos en ese país.
EFE
Petrocaribe nació hace diez años como un intento para ayudar a la región caribeña, especialmente Cuba, para que pudiera tener asistencia financiera en su factura petrolera, en una época en la que los precios del crudo estaban al doble de los niveles actuales.
Pero la progresiva caída de los precios desde el año pasado y la victoria de la oposición en las recientes elecciones legislativas de Venezuela están poniendo en tela de juicio la iniciativa, aunque, en principio, no parece que se vaya a acabar.
“Vemos un futuro bastante complicado para Petrocaribe”, dijo a Efe en Nueva York el analista senior de la firma Moody’s Jaime Reusche al resumir la evolución que ha tenido en los últimos años esa alianza energética, fundada por 14 países e integrada hoy por 18 naciones.
Y es que en los últimos dos años, como anota Reusche, se ha venido registrando una reducción de los envíos de crudo que se hacen bajo el esquema de Petrocaribe, una iniciativa que concede ventajas crediticias según esté el nivel del precio del petróleo.
Según algunos cálculos, y sólo teniendo en cuenta el petróleo que llegaba a Cuba, si a finales del 2013 la isla recibía unos 100.000 barriles de crudo dentro de esa iniciativa, a fines del 2014 eran unos 70.000 y este año pueden estar en torno a los 35.000 o 40.000.
“A futuro creemos que esta dinámica se acentúe -agrega Reusche-, más que nada por el contexto que tenemos ahora de precios del petróleo y el hecho de que Venezuela sigue teniendo presiones de balanza de pagos y de liquidez externa”.
La iniciativa es vista por los analistas como un medio de ejercer influencia política en la región, algo que está en revisión, como dijo a Efe el vicepresidente del centro de estudios del Consejo de las Américas en Washington, Eric Farnsworth.
“Ahora que el precio del petróleo ha caído dramáticamente, su impacto se ha reducido notablemente, y las naciones receptoras puede estar cada vez menos inclinadas a ofrecer fácil respaldo diplomático y político a Venezuela”, afirmó Farnsworth.
De momento, aunque tiene un impacto económico para Venezuela, no representa una gran carga, porque se calcula que el año pasado bajo esta iniciativa se entregaron un promedio de 200.000 barriles diarios, menos del 10 % de lo que produce Venezuela.
Pero el clima político ha cambiado en Venezuela tras las últimas elecciones, con un Parlamento controlado por la oposición, y las angustias financieras del país que, en algunos casos, se asemejan a la situación que viven algunas de las naciones beneficiadas por Petrocaribe.
“Hoy los países que son beneficiarios de esa institución tienen una situación económica mucho mejor que la que está viviendo Venezuela”, dijo a Efe en Caracas el diputado de la oposición Alfonso Marquina.
“Ninguno de los 18 países miembros de Petrocaribe (los 14 fundadores y los que se sumaron después) tiene los niveles de inflación que hoy padece el pueblo de Venezuela”, agregó Marquina, y recordó que “la solidaridad se ejerce también de manera recíproca”.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, asegura tener “información de primera mano” de que convenios como el de Petrocaribe serán revisados por la “derecha antipetrocaribe” en el poder legislativo.
“Quieren destruir Petrocaribe para afectar la nueva independencia”, insistió recientemente el gobernante.
No parece que se trate de motivaciones políticas, según los analistas, sino que, como opinó Farnsworth, “las graves dificultades económicas y la abrumadora victoria de la oposición en las legislativas arrojan sombras sobre la viabilidad del programa”.
Según el analista de Moody’s, la iniciativa se podría revisar si los precios del petróleo, ahora por debajo de los 40 dólares el barril, superan los 80 o 90 dólares, y si persiste la intención de Venezuela de buscar influencias políticas gracias a su petróleo.
Pero esa es una “posibilidad muy remota”, sostuvo Reusche, por el deterioro de las cuentas externas en Venezuela, aunque, de revisarse la iniciativa, posiblemente no sería en “los términos tan onerosos que se tenían antes”.