La idea de inyectarte una solución con millones de diminutos terminators de metal líquido no parece muy agradable. Sin embargo, puede convertirse en una de las armas más poderosas para combatir el cáncer. Estos pequeños dispositivos no solo detectan y eliminan las células enfermas, sino que después se disuelven sin causar daño.
En realidad, los nanorrobots no destruyen el cáncer por sí solos. Para ello van equipados con dosis de un potente fármaco denominado doxorrubicina o hidroxildaunorrubicina (conocido comercialmente como Dox o adriamicina). Esta sustancia se utiliza ampliamente en quimioterapia, pero su efectividad sería mucho mayor si se pudiera inyectar solo en las células canerosas. Los nanorrobots de metal líquido hacen precisamente eso.