No sería un miércoles común y corriente, de rutina, de esos que la malicia popular bautiza como el día “más atravesado”, puesto que, se suponía le harían falta horas para comentar la carta que el martes, el “Secretario General de OEA”, Luís Almagro, le envió a la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, y en la cual, se hace la acusación más documentada y valiente que conozco sobre la “ilegitimidad” del sistema electoral venezolano.
Contundente prueba de que, contrario a la leyenda, gobiernos e individualidades del continente tomaron nota del “horror” de pervertir el voto para convertirlo en destructor de la democracia y que había sonado la hora, o para corregirlo o iniciar una guerra legal y pacífica que arrollara a los transgresores.
Pero en el ojo del huracán, estaba este Luís Almagro, excanciller del presidente uruguayo, José Mujica, en teoría postulado por los socialistas charrúas para continuar la misión antiOEA del chileno, José Miguel Insulza, y reconvertido en lo que pocos esperaban, un demócrata empeñado en recuperar una institución irreemplazable para mantener los equilibrios y el estado derecho continental y regional.
La pregunta más socorrida era: ¿actuaba Almagro por órdenes o de acuerdo al presidente, Tabaré Vázquez y el expresidente Mujica? ¿No habían sido sus promotores a la Secretaría General de la OEA? Y si era el caso ¿sería la prueba de que los gobiernos del Cono del Sur empezaban a desmarcarse, agresivamente, de la autocracia castrochavista?
Pero no bien se asomaban las respuestas, y cuando las agujas del reloj pasaban de las 10, de la misma subregión, de Buenos Aires, Argentina, el candidato ganador en la primera vuelta de las presidenciales del domingo 25 de octubre, y que se da como seguro ganador en los comicios que se celebrarán el domingo próximo, realizaba su primera rueda de prensa y lanzaba un mísil: “O el gobierno de Maduro libera los presos políticos, o pediré su expulsión del Mercosur”.
Lo cual significaba, nada más y nada menos, que una suerte de declaración de guerra política acaba de lanzarse contra la dictadura madurista y que la misma se dirigía a fagocitarla y separarla de los apoyos políticos que tan útiles le había sido a Chávez y su sucesor en Uruguay, Brasil, Bolivia y, sobre todo, en la propia Argentina.
Pero, con todo lo grave que podían resultar en Caracas el posicionamiento de la OEA y Luis Almagro, de Argentina y Macri como los nombres que tomarían la semana para copar titulares y discusiones, a partir de la 3pm, empezó suceder lo increíble, un acontecimiento más perturbador e indigerible:
Los portales de los medios impresos estadounidenses, “El Nuevo Herald” y “The Wall Street Journal” reportaban que dos sobrinos de la primera dama venezolana, la primera combatiente, Cilia Flores, -uno de los cuales, además, era ahijado del presidente Maduro-, habían sido detenidos en Haití, tratando de introducir 850 kilos de cocaína en los Estados Unidos.
En otras palabras, que como para restregarse los ojos, preguntarse si no era cosa de los ya eternos hackers, de los injustamente vilipendiados tuiteros de Miami, de medios parroquiales de opositores nacionales, o si no se trataría otro pote de humo para distraer la atención del hambre, la hiperinflación y las parlamentarias en que son tan expertos el G2 y los cuerpos de inteligencia del “inspector” Cabello?.
Pero no, hacia las 4, “Reuters” se encadenaba a la información, la tomaban los titulares del “ABC” de España y “CNN” en español difundía que, aunque no oficialmente, fuentes de la DEA confirmaban la noticia.
En la noche ya se podía hacer el mapa de los sucesos: los “sobrinos” habían caído en el marco de una “operación encubierta” de la DEA en Caracas, negociaban el envío de casi una tonelada de cocaína a los Estados Unidos, eran, en efecto, sobrinos de la primera dama, fueron detenidos el lunes en Haití, y, esa mista tarde, el miércoles, llegaron a Nueva York para ser presentados el jueves ante un Juez de esa ciudad.
Pero, a todas estas ¿dónde estaban y qué tenían que decir el presidente y la primera dama, qué de la canciller, del ministro de Interior y Justicia, del de la Defensa, o cualquiera otra autoridad en capacidad de emitir una duda, un desmentido, un pronunciamiento?
Pues, como se dice coloquialmente “desaparecidos”, por lo menos hasta las horas de escribir estas líneas la tarde del viernes, cuando ya un Juez de la “Gran Manzana” había imputado a los sobrinos por “tráfico de droga”.
No obstante, de la pareja presidencial se sabía, por razones obvias, que se daba otra semana de vacaciones en Asia Menor, pues, con el pretexto de pasar domingo, lunes y martes en Riad, la capital de Arabia Saudita, se había aparecido en la “V Conferencia de ASPA” (América del Sur-Países Árabes), dizque para abogar por el alza de los precios del crudo en un evento donde, el tema de los precios de los hidrocarburos y derivados, no figuraba para nada.
Pero la ASPA y Riad también daban oportunidad para terminar la semana en Ginebra, ciudad en la cual, se celebraba el Pleno del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y ahí, nadie sabe por qué, Maduro quiso lanzar otra de sus arengas contra el imperialismo norteamericano y sus acólitos que, esta vez, deberían no incluir a Argentina y Uruguay.
Fue un bochorno que un convicto y confeso violador de los derechos humanos como Maduro se atreviera a tanto, pero de lo que dijo no se enteró nadie, o casi nadie, ya que los medios impresos ginebrinos, la radio y la televisión, las páginas web y redes sociales, solo cubrían las andanzas de los sobrinos presidenciales en Haití, y su intento de introducir 850 kilos de cocaína en el Imperio.
Pero, si hasta los asistentes al pleno del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, se perdieron la arenga del sucesor, pues, sencillamente, no apartaban los ojos de los iPhone, Smartphone y tabletas, absortos como estaban de las incidencias de lo que, ya podía ser denunciado por Conatel, como un blackaout informativo al presidente de parte de los sobrinos.
Nada, sin embargo, que indiciara la posible reacción del jefe de Estado, quien, se perdió sus habituales paseos familiares por las calles y avenidas de una ciudad que tanto ama, y en cuanto a los que pueden ser sus refugios, los consulados de Venezuela o Cuba, ni rastros.
De todas maneras ¿qué podía estar desfilando por su mente? ¿Era posible continuar una gestión presidencial que gastaba la mayor parte del tiempo en aviones, y hoteles cinco estrellas, o alojado en casas presidenciales o palacios donde, cualquier cosa se siente, menos el hambre que escora a los venezolanos, el desabastecimiento de alimentos y medicinas que ya se acerca al 80 por ciento, una hiperinflación del 500 y una cotización del bolívar frente al ´dólar de más de 800 bs x dólar?
¿Era posible seguir solapando el problema del narcotráfico en Venezuela, ocultar que crece el consenso en el mundo de que se trataría de una política del Estado, a través de la cual, a diferencia de México y Colombia, los carteles de la droga no se enfrentan al Estado, sino que hacen parte del Estado?
¿Por qué en el 90 por ciento de los casos donde alijos de cien hilos, o de miles de kilos de cocaína, son descubierto en el mundo aparecen funcionarios de su gobierno, o particulares relacionados con ellos?
¿Qué hay de Narvis Villalobos, Carlos Aguilera y Diego Salazar, de “Comando” y del Tuerto Andrade y de la Banca de Andorra, por qué hasta 5000 mil millones de dólares que no fueron reclamados, y que presuntamente fueron a alimentar cuentas de aliados rusos, chinos, árabes e iraníes desaparecieron de las finanzas de PDVSA?
¿Qué hay de Rafael Ramírez y Cabello, es cierto que le están haciendo la cama y que el golpe se lo tienen montado, inmediatamente, después de las parlamentarias?
Las parlamentarias, que vaina con las parlamentarias ¿y si las perdiera puede echar manos a otro fraude? ¡Qué falta le hacen Cristina y Lula, y Fidel, cuando era Fidel. ¿Habrá que aceptar los resultados, sea cuáles y sean, llegar a un acuerdo con Henry Ramos, que se convertiría en el segundo hombre del país? Qué vaina, que falta le hace el “Comandante Eterno”, aunque si existiera, no sería digno de apretarle las trenzas de los zapatos.
Sobre estos y otros tópicos pudo pensar o soñar, Maduro, durante las ocho horas del viaje Ginebra-Caracas que emprendió el jueves en la noche, aunque lo más seguro es que durmió corrido, apenas interrumpido por gritos, sollozos, y estampidas que se sucedían por los pasillos del avión.
Pero nada que interrumpiera su sueño y cuando descendió de la nave y se asomó a las escalerillas para recibir y escuchar los besamanos oficiales, no se explica por qué tuvo la sensación de que se encontraba solo, absolutamente solo.