El flujo de venezolanos que se va hacia otras naciones ha alcanzado tal magnitud y gravedad, que se ha convertido en un tema de estudio para cada vez más investigadores. Uno de los trabajos más recientes es el libro coordinado por Tomás Páez, sociólogo e incansable explorador de ese laberinto de procesos que conforman las ciencias sociales. La voz de la diáspora venezolana (Los libros de la Catarata, Madrid, 2015), es el sugestivo título del libro, publicado gracias al apoyo de la UCV y del Center for Democracy and Development in the Americas. El prólogo fue escrito por Ramón Guillermo Aveledo. Lamentablemente, el volumen aún no se encuentra en las librerías venezolanas. Esperemos que alguna distribuidora se anime a traerlo. En España y Francia, países donde se concentra la mayor cantidad de emigrantes venezolanos en Europa, el volumen ha tenido una enorme repercusión en la comunidad criolla. Ha sido presentado con éxito en Madrid, Barcelona y París, entre otras importantes ciudades.
Según señala Aveledo en el prólogo, citando como fuente la revista The Economist, Venezuela ocupa el segundo lugar en el mundo -junto con Serbia- en lo relativo a la “fuga de cerebros”. Solo es superada por Myanmar, donde gobierna una férrea dictadura militar comunista desde hace varias décadas. Páez prefiere referirse a la “circulación de cerebros” para definir ese proceso que lleva a que talentos en distintas áreas del planeta roten entre los países desarrollados y en desarrollo, generando prosperidad a su paso.
En el caso de Venezuela, la migración ha significado una pérdida gigantesca de capital humano. El estudio coordinado por Páez -que contó con la colaboración de un sólido equipo de profesionales residentes en Venezuela, España y Francia- demuestra que la mayor parte de los emigrantes venezolanos han cursado estudios universitarios y muchos cuentan con postgrados. El país les ha ofrecido la posibilidad de formarse, pero el gobierno chavista los ha arrojado hacia el exterior porque aquí no consiguen oportunidades para desarrollarse. La inflación, la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad personal, la ausencia de oportunidades para emprender e invertir en un negocio con posibilidades de prosperar, el deterioro del poder adquisitivo y de la calidad de vida, son las principales razones por las cuales los venezolanos huyen. Esto lo muestra el estudio con datos categóricos. A esta emigración asociada con el desencanto y la frustración debe sumarse la de quienes son expulsados por el gobierno por motivos políticos. Los forzados al exilio. Este segmento ha venido creciendo, tal como ocurre en todas las dictaduras. Hemos retornado a los viejos tiempos de la satrapía de Pérez Jiménez.
El resultado de esta expatriación masiva es que el país está quedándose sin muchos de sus mejores talentos. Está empobreciéndose también en el área del capital humano. Tomás Páez y el equipo que lo acompañó desde el exterior son una expresión de esa descapitalización. Se han marchado porque este generoso y boyante país que fue Venezuela, en manos de los chavistas se transformó en una infernal máquina de destrucción masiva.
En medio de las cifras tan punzantes que muestra la investigación, aparece una buena noticia: existe una amplia cantidad de venezolanos que estarían dispuestos a retornar a Venezuela para contribuir con su recuperación, una vez que hayan sido desalojados los rojos del poder. Demos un paso importante el 6-D.
@trinomarquezc