Cristóbal Colón partió el 3 de agosto de 1492 hacia el Nuevo Mundo con su expedición y lo hacía desde Palos de la Frontera, desde su antiguo puerto, que después de siglos enterrado ha quedado al descubierto y volverá a la vida, tal y como era entonces. Laura Ramírez/ EFE
El agua volverá a llegar a la ensenada, en el entorno de la Fontanilla, donde se aprovisionaron de agua las naos descubridoras, la Pinta, la Niña y la Santa María, que también regresarán a este histórico lugar, en el que se podrán admirar, además, otros dos elementos fundamentales de ese puerto, el alfar (taller) y la alota (aduana).
Esto que hace tan sólo unos años era impensable, va cobrando realidad y es el proyecto bandera del alcalde de Palos, Carmelo Romero, que aspira a devolver a este lugar su relevancia histórica y, con ello, convertirlo en centro neurálgico de los lugares colombinos junto con el monasterio de La Rábida.
Fue en octubre del año pasado cuando, tras dos meses de excavaciones, investigadores de la Universidad de Huelva con el catedrático en Arqueología, Juan Manuel Campos, daban a conocer un hallazgo de importancia y relevancia internacional: habían localizado el lugar exacto del que partió Colón ese 3 de agosto.
Las fuentes históricas decían que este puerto de Palos estaba compuesto por cuatro elementos: el astillero, que no deja huella arqueológica; una fuente, La Fontanilla; un alfar y una alota.
Hasta entonces sólo se tenía constancia de La Fontanilla, era, el único vestigio que estaba al descubierto, si bien esos trabajos arqueológicos y los que, desde entonces, se han sucedido y están a punto de terminar, han permitido sacar a la luz el alfar y la alota.
Con respecto al alfar, explica Campos, que desde el punto de vista científico es “muy relevante” ya que no existe uno del siglo XVI conservado como tal, se trata de un alfar completo, incluso con los testares, lo que lo convierte en “único en Europa”.
De los hallazgos de la alota sobresale su importancia, ya que permite contrastar que el Puerto de Palos fue “un puerto de carácter internacional y próspero” desde la segunda mitad del siglo XV y hasta principios del XVI, incluso antes de la gesta colombina, y quizás, fue por ello, por lo que fue elegido por Colón.
Hechos todos estos descubrimientos, constatables con un sólo paseo por la zona, la siguiente labor es su puesta en valor, dar contenido y verdad histórica a este lugar, en la que en estos momentos está afanado el alcalde de la localidad.
“Vamos a conseguirlo, porque la verdad es que en ese puerto estuvieron ancladas muchas carabelas, pero también las del descubrimiento”, asegura Romero.
Para ello, unas vez concluidas las excavaciones, se trabajará en devolver el agua a la ensenada, si no como era en 1492, sí al menos con una lámina de agua donde se pueda visualizar que aquélla estaba cubierta y que llegaba hasta la orilla de la fontanilla y, a partir de ahí, poder recrear el puerto como era hace más de cinco siglos, incluso con los astilleros en los que se construyó La Pinta.
Su proyecto persigue además trasladar las réplicas de las tres naos ubicadas en el Muelle de las Carabelas a este puerto, con permiso de los organismos competentes porque cree que es algo de “justicia histórica”, si bien asegura que, “si eso no es posible, se construirán otras réplicas” para que reposen en esa ensenada.
El objetivo está claro, hacer del puerto de Palos todo lo que era en el siglo XV cuando partió desde allí Colón para protagonizar la gesta del Descubrimiento, un proyecto para el que no hay plazos, tan sólo el que sea necesario para hacerlo bien y que el pasado vuelva al presente lo más fiel posible. EFE