“¿Por qué hay que sufrir tanto?”, repiten una y otra vez los argentinos al sumar una nueva frustración sin poder alzar una Copa América, que les es esquiva desde 1993.
El entusiasmo en la tarde fría y soleada del invierno austral se fue haciendo noche de terror en Buenos Aires, cuyo centro había quedado despoblado, como a la espera de un estallido de felicidad que nunca llegó.
“Impresionante, lo que sufrimos. (Lionel) Messi solo no puede, ahora es a suerte o verdad a los penales”, sufría Pablo Méndez, un treinteañero oriundo de Tucumán (norte) que siguió el partido y la definición por penales en una tradicional pizzería de Buenos Aires.
La pizzería céntrica quedó vacía apenas Chile se consagró campeón de la Copa América por primera vez en su historia y le arrebató la ilusión al equipo del astro Lionel Messi.
“Así no se patean penales, así no se juega una final. Messi con esta camiseta no tiene nada que ver con (Diego) Maradona”, repetía como una letanía Gustavo Paredes, de 58 años, acostumbrado a ir a las canchas, en alusión al histórico ídolo deportivo argentino.
La alegría que se vivió durante el primer tiempo se fue haciendo tensión, impotencia y luego depresión. Las manos agarrándose la cabeza en el pitazo final, y luego en los penales, fue una de las imágenes más repetidas en los bares donde todas las pantallas seguían el partido.
“Tengo 27 años, y todavía no pude ver a la selección como uno la quiere ver. Tenemos los mejores jugadores del mundo pero individualmente, no como equipo”, se lamentó Federico Torres en un bar céntrico.
A metros de allí, en el Obelisco de Buenos Aires, tradicional cita de los festejos futboleros, unas pocas decenas de hinchas permanecía pasados de copas sin asumir la derrota.
Un poco menos apasionados en este torneo que en los Mundiales, los argentinos se habían ido entusiasmando con la selección de Gerardo Martino, a medida que avanzaba y mejoraba su performance en la Copa América.
El envión final lo había dado el entusiasmante 6-1 que la Albiceleste le propinó a Paraguay en semifinales, pero nada de eso se vio en la final.
– “El fútbol es esto” –
“No nos tocaba. A veces el fútbol es esto, duro, injusto. Los chicos jugaron bien, Chile peleó bien…es todo una mierda”, se lamentó Martin Longobardi, un ingeniero electrónico de 33 años, que vio el partido en un restaurante mexicano del coqueto barrio de las Cañitas, al norte de la capital.
Allí, Andrea Oyervidez, estudiante mexicana de 20 años, de vacaciones en Buenos Aires, fue confundida por chilena al festejar el triunfo de La Roja entre centenares de argentinos decepcionados.
“Vi al equipo chileno en los primeros partidos y me gustó. Nadie puede decir que hicieron trampas o los favoreció el árbitro”, desafió la joven mientras una chica en la mesa vecina le mandó un insulto antes de irse enojada.
“Yo soy argentina, nací en Argentina así que hincho por Argentina”, dijo a la AFP Andrea Castillo, una agente de bienes raíces de 36 años, de madre chilena y uno de cuyos cuatro tíos aún es fiel a La Roja.
– Grito ahogado, en las redes –
Las redes sociales fueron la vía de escape y el “¡Vamos, vamos Argentina!” se multiplicó en los tuits con fotos subidas repitiendo al infinito la camiseta albiceleste.
Dedos cruzados para la suerte, cuernos para el rival, gorras y banderas argentinas, todo el cotillón habitual estuvo presente para resistir la impotencia albiceleste.
La misma imagen en todo el país. En Ushuaia, 3.200 km al sur de Buenos Aires, la nevada obligó a turistas a refugiarse en un almacén de ramos generales para ver el partido.
Allí, un hombre robusto y musculoso de unos 30 años, sentado solo en una mesa, se largó a llorar como un niño, con un llanto ahogado y prolongado, contó a la AFP Liliana Pocchi, en una comunicación desde la ciudad más austral de la tierra.
“Dios mío, ¿por qué nos hacés sufrir tanto?” tuiteó Nashley Grier, un sentimiento unánime antes de los penales, al evocar el Mundial de Brasil-2014, cuando Argentina cayó 1-0 ante Alemania en la final.
Al final en las redes, muchos elogiaron “el coraje” de Argentina, mientras otros criticaron con dureza: “Siempre tan cerca, siempre tan lejos, campeón de la tristeza”, tuiteó Gus Sastre. AFP