El presbítero Ramón Vinke nos ha maravillado con un magnífico libro” La Devoción a la Virgen de los Próceres de la Independencia: Belgrano, San Martín, O’Higgins, Ribas, Bolívar, Sucre y otros”. Se trata de una bellísima edición muy bien lograda, formato grande, con textos y fotografías de gran calidad, porque la Divina Providencia, en medio de estos tiempos conflictivos venezolanos, proveyó los medios para que este notable proyecto llegara a feliz término este año 2015.
Se trata de un libro digno de colocarse en la mesa de la Sala de nuestros hogares, no sólo de adorno, sino para propiciar conversaciones reconfortantes y edificantes entre los miembros de la familia y compartir con los amigos.
Yo creo que los países que padecen un sinnúmero de dificultades suelen frustrarse y sus ciudadanos califican de nugatorios los esfuerzos realizados; yo me pregunto si los problemas nos sobrepasan cuando las sociedades se alejan de Dios, no menosprecio el motor del trabajo que no tiene sustituto, sino señalo que las naciones y familias que salen adelante son las que están cerca de Dios. Y este libro lo demuestra con la historia en paralelo de los próceres de diferentes países de nuestro continente, que con su cercanía a Dios y a su madre la Virgen, lograron que sus pueblos alcanzaran la Independencia y la libertad, asuntos desconocidos en el Nuevo Mundo. Toda historia es historia de salvación, no sólo la reseñada en la Biblia, la presencia salvadora de Dios se manifiesta en toda historia.
La bandera argentina está asociada al prócer de su Independencia, General Manuel Belgrano, quien condujo el triunfo magnífico de los patriotas en la Batalla de Tucumán, el cual atribuyó a la intercesión de la Virgen de las Mercedes, en su propio día, el 24 de septiembre de 1812. Fue una batalla desigual en número, el ejército español estaba mejor apertrechado, pero allí se reveló el arrojo de la terrible caballería gaucha. Belgrano convino que los triunfos no se debían a él, sino a la protección de Dios, por intercesión de María Santísima.
El General José Félix Ribas, en plena acción de la Batalla de la Victoria, presiente la derrota, entra en la Iglesia de la villa de la Victoria, se postra frente a la imagen de la Virgen Inmaculada Concepción y le ruega por la salvación de la tropa. La oración del valiente guerrero la interrumpe el grito de un soldado, quien desde el campanario le anuncia que por el camino de San Mateo viene una polvareda. Es el refuerzo milagroso de un cuerpo de caballería que llega al mando del Teniente Coronel Vicente Campo Elías, español patriota, y rompe el cerco realista, produciendo la derrota de los hombres de Morales.
@JulioCArreaza