Pocas discusiones dan pie a mostrar con tanta virulencia el concepto de moralidad que impregna en cada uno como es la pornografía. ¿Qué es, para qué sirve? ¿Es necesaria? ¿La consumes? ¿Sí o no? Internet ha sido la catapulta para el negocio de empresas del «sextor» (sic), que han jugado desde hace años al negocio de proporcionar contenidos para adultos y rascar, de paso, las tarjetas de crédito, publica abc.es.
Las redes sociales tampoco han estado ajenas a la divulgación del erotismo y el sexo. En muchos de sus perfiles aparecen secuencias de imágenes y vídeos de este tipo. Usuarios comparten sus fotos luciendo palmito y algo más. Pero estas prácticas no se ajustan en muchas ocasiones a la normativa de estas plataformas. Uno se piensa que es dueño y señor de su perfil, pero la mayoría de estas herramientas cuentan con unas cláusulas de uso muy restrictivas y se reservan la posibilidad de anular los contenidos que sean considerados inapropiados.
Normativa clara
Aunque ya contaban con ello antes, Facebook ha modificado esta semana sus Normas Comunitarias para intentar clarificar algunos términos susceptibles de llevar a la confusión. A partir de ahora, queda terminantemente prohibido compartir contenido pornográfico o cualquier otro contenido sexual, por supuesto también en el que esté implicado un menor. Así, fotos en las que aparezcan pechos femeninos en los que se muestre un pezón o nalgas descubiertas quedarán bajo unas restricciones. Con excepciones, claro está: fotos de cicatrices producidas por mastectomías o madres lactantes se aprobarán. Serán las excepciones, aunque en muchas ocasiones este tipo de imágenes han generado situaciones controvertidas al quedar limitadas. En otro de los apartados se describe, empero, que el llamado «porno por venganza» estará taxativamente vetado en caso de detectarse.
Esta es una iniciativa que también puso en marcha la popular red de «microblog» Twitter recientemente en sus nuevos términos de uso. Esta práctica consiste en la difusión de imágenes sexualmente explícitas sin el consentimiento de la persona. Habitualmente, se dan casos de usuarios que comparten contenidos eróticos de sus exparejas con ánimo de ofender y deslegitimarla.
La cruzada contra el porno 2.0 ha comenzado. Y para evitar que esta situación se repita, la compañía de California ha decidido suspender las cuentas que los usuarios que hayan publicado «fotos íntimas o vídeos tomados o publicados sin el consentimiento de la persona». Esta actualización se produce meses después de conocerse el caso «celebgate», en el que se difundieron a través de la red Reddit numerosas fotos de famosas desnudas, adquiridas de forma ilegal.
Ser sugerente y provocativo ha hecho de Instagram una de las plataformas más exitosas. Personalidades célebres como Rihanna, Hilary Duff o Kim Kardashian dedican parte de su tiempo a proporcionar a sus seguidores ciertas dádivas que sacan su lado más tórrido. Orgullosas de su anatomía, muchos de sus contenidos publicados resaltan su otra faceta. Pero este peculiar estilo de vida ha provocado que muchas cuentas se eliminen. La compañía, filial de Facebook, se ha aferrado a su política de uso para vetar sus desnudos.
Pero en ocasiones no ha sido lo que parecía. En 2012 el algoritmo de Facebook detectó una foto que provocó una gran polémica. En ella se apreciaba a una mujer mientras se daba un baño. Pero no fue nada excitante, ya que se confundieron los codos con los pezones. La consecuencia de este efecto visual fue eliminar la imagen. Hace poco se reavivó la llama del puritanismo con el llamativo cuadro de «El origen del mundo», cuya imagen «artística» se consideró que no tenía cabida.