Dicen que todos tienen algo que esconder: secretos oscuros, asuntos extraños o escandalosos que se ocultan hasta de los seres más cercanos. ¿Puede que se trate de la naturaleza humana? Pero, por más común que esto sea, el ocultamiento implica un esfuerzo extra que puede tener efectos directos y nocivos en la calidad de vida de quien lo lleva a cabo. ¿Te intriga saber cuáles? Repasa junto a nosotros algunos de ellos:
1. Daña vínculos valiosos: Guardar un secreto puede empañar la comunicación entre las personas, atentar contra la credibilidad de su dueño y arruinar un vínculo familiar o de amistad si no se lo trata a tiempo.
2. Debilita la empatía: El agotamiento físico y mental que implica el conservar guardado aquello que no quiere decirse hace que la persona se centre más en sí misma y pierda de vista lo que le sucede a quienes la rodean.
3. Genera sentimientos incómodos: Ocultar y mentir no son tareas fáciles -aunque existan expertos que sepan hacerlo a la perfección-. Por lo general, vienen acompañados de ansiedad, tensión y culpa, y en algunos casos hasta de depresión y una fuerte sensación de soledad. Y todo esto desemboca directamente en el próximo punto.
4. Desmejora la salud: Habitualmente, quien oculta internaliza su secreto. De hecho, la profesora de psicología de la Universidad de Notre Dame Anita Kelly realizó un estudio, en 1999, llamado ‘Secretos personales que revelan’ en el que pudo comprobar que estas personas son mucho más propensas a experimentar dolor de espalda y cabeza, así como también problemas digestivos. Sumado a esto, la magnitud de dichas dolencias se mostró proporcional a la de los secretos.
5. Afecta al cerebro: Aferrarse a lo no confesado pone al cerebro en una posición comprometida. El córtex cingulado, esencial para nuestras respuestas emocionales, se pone en juegoa la hora de decir la verdad y es el que le envía señales a otras regiones del cerebro para compartir información y pasar a funciones más importantes, como el aprendizaje. Cuando se guarda un secreto, no se le permite a este ‘lóbulo lógico’ desempeñar sus funciones naturales, estresándolo.
6. Podría desembocar en hábitos peligrosos: Como un efecto en cadena, las consecuencias de los puntos anteriores pueden abrir las puertas a un mayor consumo de medicamentos y estimulantes que las alivien –temporalmente-. Además, una encuesta realizada en 2009 por el profesor Tom Frijns a 278 adolescentes encontró que las personas que mantienen secretos experimentan bajo autocontrol. Así, muchas de ellas se refugian en la comida u otras sustancias adictivas, como el alcohol, el tabaco o las drogas con mayor facilidad.
Diversas investigaciones han demostrado que esto alivia a las personas. Una de ellas fue la emprendida por Frijns, quien, luego de volver a consultar a los voluntarios que habían participado en su encuesta, aseguró que los sujetos que habían confiado su secreto durante el tiempo transcurrido se sentían mejor psicológicamente (y, por ende, físicamente), mientras que aquellos que se habían aferrado a él experimentaron el recrudecimiento de sus afecciones.
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