Sebastiana Barráez: Los billeticos en la ventana

Sebastiana Barráez: Los billeticos en la ventana

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La periodista de investigación Sebastiana Barráez publica hoy en su columna en QuintoDía una relato de cómo la GNB y el ejército venezolano tienen montado un engrasado entramado de corrupción alrededor del contrabando de gasolina. Barráez fue testigo de lo que relata. Lea a continuación su vivencia





FRONTERA. Es la colombo venezolana. Desde el cierre de la frontera la situación ha empeorado. Me fui hasta la zona de la aduana de San Antonio del Táchira. Tomé un carro por puesto, para aprovechar la travesía y ver lo que desde los vehículos particulares no se observa. El carro, de una línea de transporte autorizada, estaba casi destartalado. Ni soñar con aire acondicionado ni asientos en buen estado. Todos en el carro íbamos en silencio. Nos vamos acercando a la alcabala de Las Dantas, entre los municipios Junín y Bolívar. El chofer toma tres billetes de 100 y uno de 50. Los dobla lo más pequeño que puede hasta que queda apenas un cuadrito. Coloca ese bultico prensado en la ventana, entre el vidrio y el metal. Nos paramos en la alcabala. Un joven militar se acerca y saluda con un gesto de cabeza. Observo que es joven y atractivo, cuando se asoma levemente a mirar a los pasajeros; colocando la mano sobre la ventana toma el bultico de billetes, cerrando el puño y diciendo: siga. Luego el militar se voltea hacia una papelera de plástico verde, vieja y sucia, que está justo en la isla, debajo del techito que hay allí. En ella tira el bultico de billetes. Y así sucesivamente pasan cientos de vehículos y transcurre el día, con él y con los otros militares, que al final se reparten el botín que hay en la papelera envejecida. Más que sorpresa, uno siente asco. Es una danza de delincuentes entre quienes pagan y quienes reciben. Aquellos militares que deshonran el uniforme, aquellos contrabandistas que pagan para corromper a quienes tienen la responsabilidad de cuidar nuestra frontera. Cada uno de los cinco pasajeros paga Bs. 80 por el viaje: en total el chofer recibe Bs. 400. ¿Qué ganancia tiene si le paga Bs. 350 al militar? ¿Qué paga allí? Ah, lo que paga es que el militar no le saque combustible al vehículo. El chofer, al pasar el puente internacional, vende allí la gasolina, obteniendo miles de bolívares diarios. Permitir el paso de las gandolas, cavas y camiones, tiene otro precio. COMBUSTIBLE. Es un acto de inmoralidad pública. La observamos cuando con una manguera los militares sacan la gasolina a ciertos vehículos. Alegan que hay orden de no llevar los tanques llenos al otro lado de la frontera. ¿Qué hacen con la gasolina retenida? Tienen un par de bidones de gasolina con agua, por si acaso los inspeccionan. Así alegan que el combustible fue destruido. La verdad es que la mayoría del combustible pasa a territorio colombiano en vehículos de los militares o de sus grupos de apoyo. EJÉRCITO. Es a unos metros antes del puente internacional Simón Bolívar, que tiene dos canales en ruta hacia Colombia. En razón de las críticas contra la Guardia Nacional, instalaron allí a funcionarios del Ejército. Ahora la cosa es peor. Los militares se dividieron los canales y el negocio. En el de la izquierda cobra la GNB y en el de la derecha el Ejército. Eso está sincronizado desde mucho antes de entrar a la primera gran alcabala, la de Peracal. El que ya pagó a la GNB va por la izquierda y sólo menciona una clave que le dio un “mosco” cuando pagó. Y los otros por la derecha ya pagaron al Ejército. Todos los días pasan por allí una 12 gandolas sin chuto, sólo a llevar gasolina al otro  lado de la frontera. También, cientos de motos. Ni un moscardón hace ruido ante el desangramiento progresivo de la patria.