Los principales administradores del Vaticano probablemente esperaban el lunes un intercambio de cumplidos en su reunión anual navideña con el Papa Francisco.
En cambio, el pontífice eligió la ocasión para expresar punzantes críticas, diciéndole a los sacerdotes, obispos y cardenales a cargo de la Curia -la administración central de la Iglesia Católica Romana-, que el hacer carrera, las intrigas y la codicia los infectaron de un “Alzheimer espiritual”.
Francisco, el primer Papa no europeo en 1.300 años, ha rechazado muchas de las ceremonias de la administración y dejó bien en claro su determinación de acercar a la jerarquía de la Iglesia a los 1.200 millones de fieles.
Con ese fin, el Papa implementó medidas para reformar a la Curia, históricamente dominada por italianos y cuyas luchas de poder y filtraciones fueron señaladas como culpables de la decisión de Benedicto XVI el año pasado de convertirse en el primer Papa en 600 años en renunciar.
“La Curia debe mejorar (…) Una Curia que no se autocritica, que no se pone al día, que no busca mejorar es un cuerpo enfermo”, dijo el Papa en un discurso.
El Sumo Pontífice enumeró 15 “enfermedades y tentaciones” desde el “Alzheimer espiritual” de aquellos que se dejaron cautivar por dioses mundanos y el poder hasta la “esquizofrenia existencial” de quienes sucumbieron a objetivos superficiales.
Francisco dijo que algunos en la Curia actuaban como si fueran “inmortales, inmunes e incluso indispensables”, una aparente referencia a los cardenales retirados que continúan en el Vaticano ejerciendo influencia.
El Papa dijo a su audiencia que demasiados de ellos sufrían de “rivalidad y vanagloria”, altos cargos favorecían a sus protegidos y los subordinados adulaban a los jefes para favorecer sus carreras, mientras que otros filtraban habladurías e información falsa a los medios.
Pero el Papa también les dirigió a los funcionarios presentes un comentario optimista. Antes de desearles feliz navidad, Francisco instó a los administradores del Vaticano a dejar las “caras largas” y ser más alegres, ya que “una buena dosis de humor sano” hace bien. Reuters