El maestro integral encarnó la defensa de la dignidad del poder civil, allí tenemos su gran lección: la superioridad del civismo sobre el militarismo, la creencia de que nadie, ni como individuo, ni ninguna clase privilegiada tiene derecho de abusar de la dignidad del hombre. Rómulo Gallegos fue elevado a la Primera Magistratura democráticamente, por imperativo del voto directo, universal y secreto, hecho que ocurría por primera vez en nuestra historia.
Transcurridos 8 meses de su período el ministro de la defensa Carlos Delgado Chalbaud, junto con los militares Pérez Jiménez y Llovera Páez, le solicitan una audiencia urgente y el presidente Rómulo Gallegos se las fija para el 19 de noviembre de 1948. El propósito era proponerle cinco puntos: expulsar del país a Romulo Betancourt; prohibir el regreso del Comandante Mario Vargas; remoción del Comandante Gámez, jefe de la Guarnición de Maracay; cambios entre los edecanes presidenciales y desvinculación con el Partido Acción Democrática.
El presidente Gallegos rechazó todos los puntos alegando que los dos únicos poderes ante los cuales tenía que rendir cuenta de sus actos eran el Congreso Nacional y luego el Poder Judicial, pero que nunca recibiría imposiciones de las Fuerzas Armadas Nacionales, cuyos deberes y derechos de cuerpo no deliberante los define claramente la Constitución. Visiblemente molesto les dijo: “No puedo expulsar a Betancourt porque es mi amigo personal y político de muchos años. Tampoco puedo prohibirle la entrada al país al Comandante Vargas porque es un hombre enfermo y no voy a impedir que pase sus últimos días en su patria. Puede que yo remueva al Comandante Gámez, pero no por imposición de extraños sino cuando a bien tenga. A los edecanes tengo que escogerlos personalmente, porque son personas de mi confianza, que se sientan a mi mesa. En cuanto a desvinculación con el Partido AD que me llevó al poder, ya bien sé lo que eso significa según la reciente experiencia del Perú. Si le doy la espalda a la fuerza política que me ha apoyado, ya no serian ustedes quienes me impedirían el paso a Miraflores sino el policía de la puerta”.
Gallegos fue víctima de un de un golpe de fuerza por negarse a ser un simple juguete en manos de los militares, que trataron de ablandarlo para que cediera a presiones inaceptables, ejercidas por el alto mando militar. No cedió a la rémora del pretorianismo ni entró en componendas incompatibles con la defensa de la dignidad del poder civil.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!