Contaban los viejos que en las guerras que sufrió Venezuela en el Siglo XIX, siendo la principal la Guerra Federal, el mecanismo que comúnmente utilizaban los caudillos para reclutar “soldados” combatientes era buscarlos en las aldeas de la geografía venezolana. El caudillo venía a caballo y los hombres tomaban lo que tenían para ir a la guerra y lo seguían a pie corriendo, detrás del hombre a caballo, dejando atrás mujer, hijos y familia.
En el Palabreo de la Loca Luz Caraballo, Andrés Eloy Blanco destaca esa situación: “Tu hija está en un serrallo / dos hijos se te murieron / los otros dos se te fueron / detrás de un hombre a caballo /…”. Esa costumbre está profundamente arraigada en la mente del venezolano. Aún esperamos “el hombre a caballo” que será al sigamos para ganar esa siguiente “batalla”.
Y lo que pasa es lo que siempre ha ocurrido en todos los tiempos: quienes siguen a ese “hombre a caballo” son los primeros muertos. Y esto ocurre porque quienes siguen de esa manera al jinete generalmente lo hacen en las peores condiciones para ir a una guerra: descalzos, semidesnudos, desarmados y sin ningún conocimiento para el compromiso al que se les está convocando. Solo tienen la esperanza lejana que ese “hombre a caballo” gane y ellos estén allí para cuando eso pase. La esperanza de un mundo mejor en las manos del “hombre a caballo”, a quien suponen que sabe adónde va y que es lo que hará cuando llegue, pagando con justicia el esfuerzo para ganar la guerra de ese hombre descalzo.
A algunos jinetes les ha ido bien, pero otros- la mayoría-, salen muy malogrados de la experiencia, como a todos los que van detrás y a aquellos que se quedaron esperando el éxito de ese “hombre a caballo”. Esos “combatientes” descalzos, ese noble pueblo venezolano, no ha dejado de ser convocado una y otra vez para seguir a “hombres a caballo”-y ahora también a “mujeres a caballo”-, no a ideas; no a proyectos, sino a carismas; no a mensajes de fondo, sino a slogans. Es condición indispensable educar a la gente para que piense y discierna que hay que dejar atrás esa costumbre atávica. Ya es hora de dejar detrás al Siglo XIX.
Recuerdo ese pasaje de la historia venezolana al ver muchachos recogiendo las firmas para la convocatoria constituyente que auspicia el partido Voluntad Popular, donde sin mayores explicaciones les solicitan la firma y los datos a las personas en las plazas, indicando que así se saldrá del régimen, liberarán a Leopoldo, haciéndolo Presidente de la República. Respetando las distancias y a quienes lo hacen, resulta el mismo cuadro donde se continúa con la misma costumbre de seguir al “hombre a caballo”.
Todas las encuestas sitúan a Leopoldo López en el primer lugar en la preferencia de voto, muy por encima de Henrique Capriles. Y creo que Leopoldo, tarde o temprano, será Presidente de la República. De igual manera pienso que María Corina Machado tarde o temprano también lo será, así como los nuevos liderazgos que se han destacado en la lucha en contra de este régimen que caerá irremediablemente. Lo que no creo es que puedan resolverle los problemas de los venezolanos con la presente estructura institucional, ¡y eso es al final lo que todos queremos!
Elegiremos, una vez más, pero en un nuevo escenario, a otro conductor para que trate de manejar un autobús que ya no sirve, con la consecuente nueva decepción para los venezolanos, que terminarán desconfiando otra vez en la democracia cuando el problema no es ese (ver la comparación del carro accidentado en Doce Ejes y un Destino http://ticsddhh.blogspot.com/2013/06/doce-ejes-y-un-destino.html).
Desde el Movimiento Constituyente que auspicia el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) insistimos que el problema NO ES EL CHOFER y así se los vuelvo a indicar a los dirigentes y la militancia de Voluntad Popular. Hay que reparar el autobús primero para luego buscar al mejor chofer. No dudo que Leopoldo tenga los méritos para ser el primer Presidente de la democracia por venir. Es más, espero que lo sea. Pero siguiendo a un nuevo “hombre a caballo” no lo lograremos y Leopoldo no debería ser el siguiente.
Debemos reparar el autobús PRIMERO y eso se logra cambiando las estructuras de poder para reconstruir el sistema político, apuntando a dejar en el pasado el sistema presidencialista, el del “hombre a caballo”, construyendo de la nada un nuevo sistema que controle al poder y que todos los países que se han desarrollado y tienen las mejores calidades de vida han logrado: un sistema Parlamentario.
Queremos hacer una Constituyente para construir un nuevo autobús, edificando desde cero las bases institucionales del país, con un Presidente que podamos CONTROLAR institucionalmente desde un Congreso, y que no sea el dueño de nuestra renta petrolera ni de ningún otro ingreso derivado de la productividad de los venezolanos. Que las regiones sean polos de desarrollo y generen los recursos para mantener un gobierno federal; y que se decida en un pacto institucional del mismo nombre cual será el presupuesto con el que funcionará ese gobierno federal, dejando a los Estados la autonomía para decidir su destino y su desarrollo de acuerdo a sus propias potencialidades.
Estamos sentados sobre una mina de oro-y no me refiero al petróleo-, nos estamos muriendo de hambre y todavía en el Siglo XXI pensamos que un “hombre a caballo” es la solución. El principal problema que tenemos los venezolanos no es que el régimen nos j… cada vez que le de la gana. Es romper las barreras mentales que nos separan del pasado y aquellas que nos impiden acceder al futuro.
Una Constituyente no es más que la vía para lograr construir ese andamiaje, para no solo montar encima de él a cualquier personaje que los venezolanos crean que debe conducir los destinos del Estado, se llame como se llame, sino para darles cabida a muchos personajes que serán los constructores de una Nación. Pero no a un Presidente que se adueñe de nuestro autobús. Es más, que podamos despedirlo desde un Parlamento si vemos que nos conduce a un barranco.
Esa es la diferencia principalísima de nuestro planteamiento constituyente con el de nuestros amigos de Voluntad Popular y que muchos, espero que hasta ahora, no han entendido todavía. En ese nuevo escenario las cosas serían diferentes: los políticos no manejarían nuestra vida, ni los venezolanos buscarían nunca más el siguiente “hombre a caballo” para que nos la resuelva…
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