La espera en el portón del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera Orinoco (Sintraferrominera) transcurre entre juegos de dominó, cartas, oraciones y, de vez en cuando, de apoyo en las ruedas de prensa de la dirigencia. Es el ritual que de lunes a viernes decenas de desempleados cumplen por sólo un llamado a trabajar. Correo del Caroní
En los últimos días nadie lleva lista, pero las decenas de cesantes se conocen lo suficiente como para respetar la antigüedad y permanencia en el lugar. Al menos, eso aseguran.
“Es dura la espera, pero el sacrificio vale la pena. Aquí uno entra y es para toda la vida. Estamos buscando eso pues, una jubilación”. Y Marianeet Rivas lo dice con entusiasmo. Esta licenciada en enfermería confía en que pronto la empresa estatal tenga una vacante que la haga salir de la informalidad y gozar, ahora sí, de la estabilidad en un empleo: con seguridad social, vacaciones y un plan de jubilación.
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