Todas las últimas encuestas –IVAD, Consultores 21, Datanálisis- muestran una caída perpendicular de la imagen de Nicolás Maduro y del gobierno rojo, a pesar de poseer el control de la inmensa mayoría de los medios de comunicación del país. Los venezolanos piensan que Maduro es un inepto, que el cargo de Presidente le queda demasiado grande, que no sabe qué hacer frente a los problemas crecientes y cada vez más agudos que presenta el país, y que la nación se hunde impulsada por la corrupción y la ineficacia. Para nada le ha servido comprar Globovisión, la Cadena Capriles, El Universal, realizar constantemente cadenas, amenazar los medios electrónicos, asfixiar El Nacional y Tal Cual, negarles el papel a los diarios impresos disidentes, despedir periodistas, perseguir caricaturistas, chantajear a los dueños de los periódicos o de los medios radioeléctricos para que cubran de manera complaciente los hechos que ocurren o para que tergiversen las informaciones.
Todos los controles sobre los medios informativos han resultado inútiles porque la cruda realidad del país traspasó el manto con el cual los rojos quieren cubrir los hechos. No hay manera de ocultarlos. A Maduro y su corte de seguidores les ha ocurrido lo mismo que a esas empresas que se gastan millones de bolívares en promover un producto de mala calidad: la gente se decepciona una vez que lo ha probado y nunca más vuelve a cómpralo.
Con Maduro sucede exactamente lo mismo. Intenta vender un país que no existe, trata de evitar que los problemas se conozcan, atenúa las dificultades, culpa de las fallas a la burguesía, al imperialismo y a Uribe. Inventa conspiraciones ficticias y atentados quiméricos. Se vale de las cadenas para adulterar los hechos. Pero, nada le sale bien. Es demasiado burdo. Nada le sale como él y los cubanos planifican. Dice que el lamentable asesinato de Serra fue urdido por paramilitares colombianos. Nadie le cree. Los rastros dejados por los asesinos apuntan hacia el círculo íntimo que rodeaba al joven diputado. Intenta demonizar a Odreman como un asesino de amplio prontuario. Las numerosas fotos tomadas demuestran que era uno de los favoritos del régimen. La “guerra económica” desatada por la burguesía apátrida no la cree nadie. Los problemas de todo género acosan a los venezolanos sin que el Gobierno logre articular una respuesta medianamente coherente.
La hegemonía comunicacional no les ha servido a los rojos para tender un manto que enmascare o, a menos, atenúe la brutal realidad que viven los venezolanos diariamente. Tampoco les ha permitido ganar nuevos adeptos. El PSUV, aunque sigue siendo el primer partido, ha retrocedido en las preferencias nacionales, y continuará por ese camino porque la capacidad distributiva y clientelar del Gobierno se erosionó. Ya Arabia Saudita dijo que había que olvidarse de los precios a $100 por barril. El mundo energético entró en una nueva fase. Los precios del crudo tomaron una pendiente que los llevará a colocarse en otra planicie, situada entre los $60 y los $70. Este nuevo precio, suficientemente alto si los recursos se administraran con probidad, resultará insuficiente para un gobierno acostumbrado al saqueo del Tesoro Nacional y al despilfarro. Habría que cortar los regalos a Cuba y a los otros países de la ALBA. Esto jamás lo harán.
El desplome de la popularidad de Maduro y su insufrible gobierno demuestran que la hegemonía comunicacional no sirve para elevar el prestigio de un gobernante y engañar un pueblo. Se necesita calidad y eficiencia para mantener la fe de los ciudadanos. Los rojos carecen de esa madera.
@trinomarquezc