Cómo dar un pésame sin meter nunca la pata

Cómo dar un pésame sin meter nunca la pata

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Había perdido a un hijo y en un momento así, uno de sus amigos solo le envió sus condolencias por whatsapp. «Podías haber venido», pensó inevitablemente el dolido padre. Aquello marcó un antes y un después. «Han dejado de ser amigos», relata Alfonso García, director del máster sobre «Cuidados al final de la vida» de la Universidad de La Laguna, en Canarias. abc.es

«Los dolientes no recuerdan mucho de lo que pasan en ese duro trance, pero valoran que haya mucha gente que se acuerde del fallecido y que les acompañe. Valoran los gestos de cercanía y aunque se perdonan bastante los errores, hay situaciones que quedan grabadas en la memoria, tanto si alguien que vive lejos aparece en el funeral, como una ausencia», constata este enfermero canario, presidente de la Sociedad Española e Internacional de Tanatología.





Dar un pésame no es trago de gusto para nadie. Para García, «resulta difícil porque no estamos formados para hablar de la muerte, no enseñamos a la gente a dar el pésame, a acompañar a las personas que han perdido a un ser querido, y es muy fácil hacerlo mal». Este experto en acompañar a personas en duelo lamenta que hoy no se habla de la muerte a los niños ni se les lleva a los funerales de forma que cuando son adultos y tienen que asistir a sepelios se enfrentan a estas situaciones con reservas y con miedos. «Hoy todo son traumas. ¡Qué va a ser traumático para un niño! Es parte de la vida y así hay que mostrárselo, de una forma natural», sostiene.

«A todo el mundo le afectan mucho los funerales», subraya García, pero «si a alguien le dices lo importante que es para quien ha perdido a un ser querido que la iglesia se llene, recibir las condolencias de la gente, que alguien les descubra facetas positivas del fallecido… cómo todo eso ayuda a llevar un poquito mejor el dolor por la muerte, seguro que lo pensaría».

Solo estar

«Basta con estar, con tranquilidad, sin prisas, sin excusas. Estar con sinceridad. No evitar la mirada del doliente. Y después acercarse con honestidad y mostrar afecto», continúa este profesor especializado en antropología que coincide en sus recomendaciones con Mar Castro, experta en Protocolo Social. «Es un momento muy delicado para el que propongo naturalidad y contención», señala la profesora del Instituto Superior de Protocolo y Eventos (ISPE).

Hoy la forma de vivir el dolor ha cambiado. Si antes era algo social, un momento en el que la sociedad se volcaba, ahora se ha convertido en algo particular, un momento que se vive individualmente. Se entierra rápidamente a los fallecidos, sin dar tiempo a veces a que haya expresiones de duelo. «Los ingleses, por ejemplo, celebran los funerales una semana después y por eso vemos a todo el mundo más tranquilo. Aquí se hacen al día siguiente, se pilla a todo el mundo desprevenido, y por eso se dan esas explosiones de sentimientos», considera el director del máster sobre «Cuidados al final de la vida» de La Laguna.

Para Mar Castro, «no pasa nada por llorar» ya que denota empatía con los que más sufren la pérdida si se trata de alguien cercano. La mejor manera de dar el pésame, a su juicio, es con un sentido «lo siento» y un abrazo, más o menos fuerte según la relación de confianza que se tenga con esa persona. «Es más profundo», a su juicio, que una frase «desfasada» como «te acompaño en el sentimiento» que parece que «uno coge de un manual y la usa» para la ocasión. «Hay que poner corazón y con dos palabras y el sentimiento con que uno las impregna se llega al corazón de la gente», subraya Castro, que recomienda decir la frase que uno quiera, pero sincera, y sin alargarse mucho. La prudencia, añade, «es fundamental».

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