En el estudio del fotógrafo abundan las obras de arte, fotografías del linaje familiar, discos y libros. Algunos originales de Warhol, Briceño, Quilici y el Príncipe Negro sellan las paredes. Hay pequeñas piezas de arte conceptual y un álbum lleno de fotografías en blanco y negro que ha traído su primo Toto, compañero de aventuras y responsable del registro del festival y otros trayectos. Por Dakmar Hernández/ Cochinopop
Antes de iniciar nuestra conversación me emociono al sostener entre mis manos la edición original de la revista Life dedicada a Woodstock. Gonzalo se alegra de que el mood de la radio se vuelva cómplice y Credence Clearwater Revival inaugure mi grabación. “Hay buena vibra” sentencian. Él y Toto sonríen. Parecen adolescentes cómplices. La mirada de Gonzalo escarba la memoria y de repente, se ilumina.
“Siempre fui inquieto. Básicamente he hecho lo que me ha dado la gana cuando he sentido el impulso del cambio o la experimentación” asoma sin pausas. “Tenía 19 años, había ahorrado mucho dinero como modelo de comerciales, estudiaba en la Católica, me cambié un par de veces de carrera y seguía sin entusiasmarme por aquello. Mi familia era conservadora. Mi abuela sabía de mis sueños y me animaba; sabía que deseaba salir de Venezuela. Pero aquello no era tan fácil a la hora de hablar con mis padres. Esperé un par de años. El día en que cumplí 21, anuncié que la semana siguiente me iba a vivir a Estados Unidos, que ya tenía el pasaje comprado”. Era 1966 cuando llegó a Nueva York: “Lo primero que hice fue buscarme una novia que no hablara español para que me enseñara el idioma” confiesa sonreído.
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