Gráficas: Luis Parada
Del lado colombiano el contrabando es evidente, ante la mirada silente de las autoridades. A la vista del público, venezolanos y colombianos llegan a sacarle gasolina a sus carros y venderlos al mejor postor, lo mismo que ocurre con los alimentos, publica Diario de Los Andes.
Mariana Duque / Diario de Los Andes
Harina, aceite, comida para perros y gatos, leche, enjuague, jabón, shampoo, desodorante, pintura para el cabello, arroz, azúcar, productos Mercal y hasta licor venezolano, forman parte de la variedad de productos que encuentra un venezolano al pasar los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.
Como por arte de magia, en un abrir y cerrar de ojos, lo que no hay en ningún municipio tachirense, o que si se consigue es una vez a la cuaresma y después de horas de cola, cansancio y peleas, aparece con precios elevados –por el diferencial cambiario-, al otro lado de la frontera, en el barrio La Parada en el Departamento Norte de Santander.
A la vista del público, los productos que son trasladados por los bachaqueros, son vendidos en pequeños supermercados, bodegas o puntos improvisados en La Parada. Aunque reina el hermetismo, quienes se atreven a dar su opinión, aseguran que la mayoría de los que llevan mercancía son venezolanos, a quienes no les alcanzaría un salario mínimo para subsistir.
Andrea –seudónimo- es dueña de un supermercado en La Parada. Asegura que ella y su familia se dedicaron al bachaqueo, porque su negocio estaba prácticamente quebrado ante los controles que hace más de un año empleó el Gobierno del Táchira, en cuanto al paso de mercancía.
“Antes comprábamos lo que podíamos en las empresas de allá y lo vendíamos aquí, sin mayores problemas, pero ahora nos toca ir de supermercado en supermercado y pasar como podamos, porque los controles son casi en cada esquina”, expresó.
Gasolina
Pero el mayor descaro en materia de contrabando es el combustible. En el barrio La Parada, hay decenas de pequeñas ventas, a donde llegan venezolanos y colombianos con sus vehículos, sobre todo camionetas, a sacar las pimpinas, que son vendidas en 800 bolívares y revendidas en Cúcuta en mil 200.
Avisos como “de venta barata” y “compre aquí”, acompañados de pimpinas grandes, medianas y pequeñas, están a la vista del público. Para todos hay trabajo, todos consiguen quién les venda, y la mayoría de los compradores y revendedores del vecino país coinciden en que “con el cierre de frontera el afectado es el venezolano”.
Al preguntárseles ¿Por qué el venezolano? la respuesta para ellos es sencilla: “Porque el venezolano pobre, que no tiene trabajo o que si tiene no le alcanza para nada, se viene con su tanque bien cargado de combustible y aquí se hace una buena platica. Si a eso le suman unas harinas o lo que consigan, se redondean fácilmente”, respondió uno de los vendedores que prefirió no ser identificado.
Otra comerciante de combustible, afirmó que es muy poco el colombiano que llega a venderles el hidrocarburo, y lamentó que haya sido tomada la medida de cierre, por cuanto “las grandes mafias” estarían pasando aún sus gandolas por cualquier vía.
“Todos sabemos de este lado quién tiene el contrabando de alimentos de Venezuela hacia Colombia. Es esa la persona que está afectando la economía de su país, no los bachaqueros, que aún cuando traen los productos son en pequeñas cantidades”, agregó, al tiempo que insistió que con la restricción del cierre fronterizo no se verán cambios en el abastecimiento de productos venezolanos, de lado colombiano.
“Otras medidas”
En sondeo realizado en las calles de Cúcuta, sus habitantes manifestaron que si las autoridades colombianas quieren colaborar con las venezolanas en el freno al contrabando, lo que deben hacer, es prohibir la venta de artículos provenientes de Venezuela en La Parada y demás supermercados. “Mientras que acá se permita la venta de artículos, de cualquier manera seguirán trayendo de allá, así cierren lo que cierren”, expresó uno de los encuestados.
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