Según explica su familia, la pasión por el alcohol del pequeño comenzó un día -cuando apenas contaba diez meses- en el que, como no paraba de llorar, le dieron un poco de vino para calmarle. Ese fue el principio del fin del niño quien, desde ese momento, siente verdadera pasión por cualquier bebida de este tipo. De hecho, Cheng se bebió su primera lata de cerveza con menos de un año.
Sin embargo, no parece que su familia se haya tomado en serio estas amenazas ya que –aunque señalan que han intentado cambiarle las bebidas alcohólicas por leche y refrescos- Cheng sigue prefiriendo el sabor de la cerveza y el buen vino. «Sus ojos se posan siempre sobre las botellas de cerveza y vino. Intentamos no darle alcohol y ponerlo lejos de su alcance, pero a veces empieza a gritar y no tenemos más remedio que darle un poco de vino», señala su madre en declaraciones recogidas por el «Daily Mail».