El cuerpo de Bertilio Rosales, de 90 años, permaneció horas a la puerta del cementerio municipal San José, conocido también como “el Redondo”. Pasaron cinco horas desde que debía estar enterrado. Su féretro estuvo expuesto en el asfalto. Sus familiares esperaban que los administradores del camposanto encontraran la fosa que compraron años atrás, reseña La Verdad.
Aseguraron que no se moverán de allí hasta que les respondieran. Saturnina Andrade, amiga de la familia, informó que los parientes del fallecido compraron dos bóvedas en 1976, y solo utilizaron una de ellas. El último entierro lo hicieron hace tres años, pero ayer las autoridades no conseguían la parcela que les quedaba disponible. Les ofrecieron un espacio en el cementerio San Sebastián, pero no aceptaron. “Uno tiene los muertos donde los quiere tener, no donde los que administran los cementerios quieran. Si compraron las bóvedas, tienen su derecho”.
El carro fúnebre esperó desde las 11.00 de la mañana, cuando se tenía previsto el entierro, hasta las 2.00 de la tarde frente al cementerio. Luego de esa hora se tuvo que ir, dejando el féretro en el suelo mientras se resolvía el problema. “Acá estamos todos los familiares y amigos. Tenemos que hacer un levantamiento para que nos resuelvan porque esto es una falta de respeto”.
Finalmente, el féretro fue ubicado en una capilla mientras los trabajadores localizaban la fosa. Maritza Chirinos, quien se encontraba en el lugar, añadió que no es primera vez que esta situación pasa. “En el 2000 me pasó lo mismo cuando vine a enterrar a un familiar, no apareció la fosa y me dijeron que tenía que resolver como pudiera. Ellos no solucionaron nada”.