El acuerdo sellado por Estados Unidos con Afganistán para liberar a su soldado de manos de los talibanes a cambio de cinco islamistas de Guantánamo irritó a republicanos y organizaciones, que temen que ponga en peligro a sus ciudadanos en zonas de conflicto.
Por Nicolas REVISE/ AFP
El acuerdo fue sorpresivamente anunciado el sábado por el presidente, Barack Obama, y su secretario de Defensa, Chuck Hagel, tras lo cual la oposición republicana fustigó a la administración demócrata por haber “tratado con terroristas”.
Para lograr la liberación de su sargento, Bowe Bergdahl, cautivo desde hace cinco años, los estadounidenses trasladaron a cinco talibanes afganos de Guantánamo a Catar, país que ha fungido de intermediario.
“Negociando como lo hemos hecho aquí, enviamos un mensaje a todos los grupos de Al Qaida en el mundo -algunos de los cuales mantienen a estadounidenses como rehenes- de que estos rehenes tienen (aún más) valor que antes. Eso es peligroso”, sostuvo en CNN Mike Rogers, republicano que preside el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
“Estamos muy preocupados por esta vuelta de tuerca en la política de Estados Unidos (que era) no negociar con terroristas”, lamentó el legislador.
Washington con frecuencia llama la atención de gobiernos extranjeros sospechosos, por ejemplo, de pagar a secuestradores para conseguir la liberación de sus ciudadanos.
El acuerdo anunciado el sábado es, según Rogers, “una señal de aliento a los terroristas del mundo entero para que secuestren a más estadounidenses”.
Incluso un exasesor de seguridad nacional del presidente Obama, el general retirado Jim Jones, criticó el intercambio que, a su juicio, genera un riesgo para militares y civiles estadounidenses en las zonas de conflicto.
“Si (los terroristas) piensan que perpretar acciones contra estadounidenses les permite de alguna manera conseguir sus fines, lo harán”, advirtió el alto funcionario.
– “Amenaza contra todos los estadounidenses” –
El legislador Rogers fue aún más explícito, al considerar que la decisión del presidente Obama había “puesto en peligro a los soldados estadounidenses para los años venideros”.
En la misma línea de alarma se manifestó la asociación estadounidense IntelCenter, que consideró en un comunicado que “el intercambio (…) aumentaba drásticamente la amenaza contra todos los estadounidenses en el mundo, que son objetivos prioritarios de Al Qaida y sus filiales”.
El senador republicano John McCain, quien se enfrentó a Barack Obama en los comicios de 2008, le pidió al mandatario estadounidense “garantizar que estos extremistas talibanes crueles y violentos no volverán jamás a combatir contra Estados Unidos y nuestros aliados”, acusando a los cinco islamistas de Guantánamo liberados de ser “probablemente responsables de la muerte de miles” de personas.
“Son los más duros del núcleo duro. Personas de muy alta peligrosidad”, insistió McCain respecto de los cinco exintegrantes del régimen fundamentalista talibán, en el poder en Afganistán entre 1996 y 2001, y aún influyentes entre los insurgentes islamistas.
Otros republicanos fueron más lejos acusando al presidente Obama de violar el protocolo estadounidense al no informar al Congreso un mes antes del acuerdo.
“Realizando este traslado, el presidente viola claramente las leyes que estipulan que debe notificar al Congreso 30 días antes de cualquier transferencia de terroristas de Guantánamo, y explicar en qué medida la amenaza representada por estos mismos terroristas estaba considerablemente atenuada”, dijeron el representante Howard McKeon y el senador James Inhofe.
Un argumento desechado por el jefe del Pentágono, Chuck Hagel.
“El presidente de Estados Unidos, como comandante en jefe, tiene el poder y la autoridad para tomar la decisión que ha tomado conforme al artículo II de la Constitución”, dijo el secretario de Defensa desde Afganistán, adonde fue el domingo en una visita sorpresa.
En el avión, Hagel descartó totalmente cualquier discusión con el Congreso: “El sargento Bergdahl (…) era un prisionero de guerra. Se trató de un intercambio de prisioneros. Como secretario de Defensa, yo autoricé la liberación de cinco presos talibanes”. AFP