El paciente de 76 años al que implantaron el primer corazón artificial autónomo falleció el domingo a los 75 días recibir la prótesis cardíaca, anunció este lunes el hospital Georges Pompidou de París.
“Setenta y cinco días después de la implantación del primer corazón artificial bioprotéico Carmat en un hombre de 76 años que sufría insuficiencia cardíaca terminal el paciente falleció el 2 de marzo de 2014”, dijo el hospital en un comunicado.
“Las causas del fallecimiento no podrán conocerse hasta después del análisis de los numerosos datos médicos y técnicos registrados”, añade el texto.
Asimismo destaca “la importancia de las primeras conclusiones” que los médicos han podido sacar de esta experiencia “acerca de la selección del enfermo, el seguimiento posoperatorio, el tratamiento y la prevención de las dificultades registradas”.
La ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, expresó su apoyo a “los equipos que luchan sin descanso para hacer avanzar la medicina”.
El primer corazón artificial autónomo de la historia de la medicina, fabricado por la empresa francesa Carmat, fue implantado el 18 de diciembre en el hospital parisino al paciente septuagenario, de identidad no desvelada, aquejado de insuficiencia cardíaca terminal.
Las autoridades sanitarias francesas aprobaron la intervención, la primera de este tipo en el mundo, que abre nuevas perspectivas frente a la escasez de órganos disponibles.
El hospital Georges Pompidou también destacó el valor del paciente, “totalmente consciente de lo que estaba en juego y que, con su confianza, valor y voluntad, hizo una contribución memorable a los esfuerzos de los médicos para luchar contra una enfermedad en plena evolución”.
En el mundo se implantan corazones artificiales desde hace unos diez años pero se trata de mecanismos temporales, en espera de un implante.
Además, los “corazones artificiales” deben ir acompañados de tratamientos anticoagulantes pesados, lo que supone el grave inconveniente de aumentar el riesgo de hemorragias. La esperanza con el nuevo corazón artifical es precisamente prescindir de dichos tratamientos.
El aparato, totalmente biológico en su interior para evitar que la sangre forme coágulos, pesa 900 gramos, el triple que el natural, por lo que sólo pueden soportarlo personas corpulentas, y cuesta unos 160.000 euros (casi 221.000 dólares), lo mismo que uno implantado incluyendo el seguimiento posoperatorio.
Después de esta primera fase destinada a “comprobar la seguridad de la prótesis” en un total de cuatro pacientes, estaba prevista una segunda fase con unos 20 pacientes, focalizada en “aspectos cualitativos de eficacia” de la prótesis concebida para durar al menos cinco años”. AFP