Soportar aquellas últimas semanas del embarazo puede ser un reto físico y emocional para algunas mujeres. A pesar de que los achaques y dolores, además de la hinchazón de las extremidades y la ansiedad de cuándo empezará el trabajo de parto sean parte del proceso natural de la gestación, también pueden ser insoportables. Por ello, podría parecer más fácil aliviar los síntomas propios del final del embarazo optando por dar a luz antes; sin embargo, los científicos de Mayo Clinic advierten que esos partos precoces pueden aumentar el riesgo de complicaciones para la madre y el recién nacido.
Tradicionalmente, se ha calculado que el embarazo completamente a término es el que llega a las 40 semanas, contadas desde la última menstruación. A partir de las 37 semanas se considera que el embarazo es a término, pero entre las 37 y las 38 semanas y 6 días se considera que el embarazo está en la fase temprana del término.
“Las tasas de morbilidad y mortalidad han aumentado entre las madres y los niños nacidos durante el período temprano del término, comparado con la de los bebés nacidos a las 39 semanas o más de embarazo. Es preciso concienciar más sobre los riesgos vinculados a esto”, comenta la Dra. Jani Jensen, médico obstetra y autora principal del estudio.
Los mayores riesgos que enfrentan los recién nacidos son entre otros de morbilidad, tal como problemas respiratorios, dificultad para comer y problemas de, por ejemplo, parálisis cerebral, aunque el riesgo general sea bajo. Estas morbilidades también pueden derivar en tasas mayores de ingresos a la unidad de cuidados intensivos neonatales (NICU, por sus siglas en inglés).
Optar por el nacimiento del bebé en la fase temprana del término requiere inducir el parto en la madre, lo que implica administrarle medicamentos o realizar un procedimiento para ayudar a que empiece el trabajo de parto. Eso puede derivar en un trabajo de parto prolongado que amerite el uso de instrumentos, como fórceps o succión, y puede ocasionar infección o hemorragia. Además, existe mayor riesgo de necesitar una cesárea, lo que a su vez conlleva más complicaciones quirúrgicas para la madre. “Hablamos que no se trata de un procedimiento completamente benigno”, explica la Dra. Jensen.
La Dra. Jensen considera que existe una gran necesidad de concienciar más a las pacientes y mejorar el entendimiento público sobre el embarazo a término y cuándo es seguro que nazca un bebé. Uno de los estudios revisados incluyó a 650 mujeres que recién habían dado a luz. La mitad de ellas creía que un embarazo a término era a las 37 o 38 semanas de gestación y 25 por ciento pensaba que era seguro el nacimiento de un bebé de 34 a 36 semanas.
Las campañas de concienciación pública y los médicos especialistas pueden ayudar a que se conozcan mejor las complicaciones. Algunos hospitales han tomado medidas para reducir las tasas de partos optativos durante la fase temprana del término, como por ejemplo, la implementación de una política de “vedar” que prohíbe a los médicos programar una inducción optativa antes de las 39 semanas de embarazo. Los seguros de salud y las instituciones académicas conocidas también se encuentran estudiando esta práctica. Algunas compañías de seguro de salud se rehúsan a pagar por el parto inducido de manera optativa sin una justificación médica contundente.