Mientras estaba siendo agredida y amenazada con un cuchillo que “no tiene huellas dactilares de Yakiri”, según su abogada, ella “impulsa los brazos del agresor y es cuando este se corta el cuello”, herida mortal que acaba con su vida luego.
Una joven que denunció una violación y que horas después fue acusada y encarcelada por la muerte de su presunto violador, ha causado revuelo en las redes sociales en México y generado una polémica entre sus defensores y la fiscalía, que aún pone en duda que fuera agredida.
El subprocurador de Averiguaciones Previas Centrales de la fiscalía capitalina, Edmundo Garrido, declaró hoy a medios locales: “lo que tenemos hasta este momento en los dictámenes ginecológicos y en el oral, y que refieren que no hay violencia de carácter sexual”.
Pero para Ana Katiria Suárez, la abogada de la joven Yakiri Rubio, la violación “es un hecho” y la fiscalía “está tratando de encubrir estos deficientes procedimientos que se tuvieron desde el comienzo de la denuncia”, ya que “realizó exámenes tóxicos deficientes”, dijo a Efe.
Todo comenzó el pasado 9 de diciembre, cuando Yakiri iba paseando por una calle de la céntrica colonia Doctores de la capital mexicana y, según la abogada de la joven, fue asaltada por dos sujetos en una motocicleta, llevada a un hotel y violada.
Mientras estaba siendo agredida y amenazada con un cuchillo que “no tiene huellas dactilares de Yakiri”, ella “impulsa los brazos del agresor y es cuando este se corta el cuello”, una herida mortal que acaba con su vida un rato después.
Ensangrentada, con numerosas heridas punzocortantes y medio desnuda, abandona el hotel y acude a una oficina policiaca para denunciar la violación, pero aparece el hermano del fallecido (quien presuntamente también participó en la agresión a la joven) y la acusa de haberlo asesinado.
Yakiri pasa de ser la víctima de una violación a convertirse en la asesina acusada, por lo que es detenida y trasladada al penal de Santa Martha Acatitla.
El único comunicado oficial sobre el caso, divulgado el 12 de diciembre por la fiscalía, describe el caso como el de “una mujer que presuntamente privó de la vida a un sujeto con arma punzo cortante, en la habitación de un hotel”, sin hacer referencia a la presunta violación.
Pese a que los hechos se produjeron hace diez días, el caso se mantuvo en un segundo plano hasta esta semana cuando en las redes sociales comenzaron a multiplicarse los mensajes de apoyo a Yakiri por considerar que su detención es injusta dado que actuó en legítima defensa.
Según su abogada, las irregularidades que se produjeron en la detención de la joven fueron numerosas, ya que además de “deficiencias en los peritajes” no se siguió el protocolo de actuación ante una denuncia por un delito de género.
“Tenían obligación de proporcionarle retrovirales, la pastilla del día después en caso de posible embarazo, cualquier antibiótico para infecciones de transmisión sexual, atención psicológica, un estudio especializado y amplio y un peritaje en ginecología”, explicó Suárez, quien añadió que eso no se realizó hasta ayer, tras quejarse ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado.
Otro de los temas turbios que rodean al caso es que la procuraduría sigue manteniendo que la joven y el fallecido se conocían y mantenían algún tipo de relación de la que serían testigo unos presuntos mensajes que habrían intercambiado.
“Lo que tenemos es la telefonía del occiso, el teléfono de Yakiri y algunos mensajes que se intercambiaron”, aseguró Garrido, quien dijo que “ambas partes ya tenían algún conocimiento … (del encuentro en el hotel), ya había una relación de amistad por lo menos”.
Suárez negó rotundamente esto y aseguró que la joven de 20 años no conocía para nada a ninguno de los dos hombres, quienes -dijo- tienen antecedentes penales.
Además, apuntó, ella es lesbiana y tiene una pareja con la que precisamente había quedado de verse en el momento en que fue secuestrada.
Yakiri tiene un problema más, explicó, ya que “dentro de la prisión sigue luchando por su vida” porque ha recibido agresiones por parte de reclusas, orquestadas desde el exterior, así como amenazas de muerte.
Por ello tuvo que ser trasladada a una zona de resguardo dentro de la cárcel, a “una prisión dentro de la prisión”, señaló Suárez, desde donde tendrá que esperar a que las salas penales, de vacaciones por Navidad, abran para que estudien la apelación.
EFE