Gustavo Coronel: La Fuerza Armada como cáncer nacional

Gustavo Coronel: La Fuerza Armada como cáncer nacional

Un artículo pubicado ayer por el General (r) Fernando Ochoa Antich ( “Mi Alerta a la Fuerza Armada”, El Universal)  contiene el siguiente párrafo:  La patriótica actuación de la Armada de iniciar, de nuevo, el tradicional patrullaje.. condujo a la detención  por el patrullero venezolano “Yekuana” del buque RV Teknik Perdana…. Esa actuación ratificó en mí la fe, que siempre he tenido,  en la Fuerza Armada Nacional”.

No deseamos referirnos a lo que dice el articulista  sino a lo que no dice. A la luz del  comportamiento de esta institución, especialmente durante los últimos 15 años, la fé del articulista parece fácil de satisfacer. Parece suficiente que ocurra un acto como el descrito para que esa fé en la institución se ratifique,  lo cual significa que nunca ha desaparecido .

Sabiendo lo que sabemos sobre la conducta de la Fuerza Armada Venezolana debemos diferir de esta postura del culto e inteligente oficial.   Creo que la existencia misma de la Fuerza Armada venezolana es como un cáncer para la nación y que el progreso de Venezuela será difícil mientras exista una institución armada parasitaria como la que hemos tenido por  años, la cual – en varios períodos de nuestra historia – ha servido más para apuntalar dictaduras y autocracias corruptas que para responder a su  misión de defender la inteegridad de nuestras fronterasy el respeto a la constitución. Esta es esencialmente su única misión  pués otras, tales como  ayuda social (Plan Bolívar 2000), lucha contra la droga y el terrorismo y la custodia de puertos y aeropuertos no solo han sido mál llevadas a cabo y fuentes de gran corrupción,  sino que  no requieren la existencia de una Fuerza Armada como la que existe en Venezuela. Bastaría con una especializada y compacta Policía Nacional.

Es imposible no darse cuenta del factor de distorsión y perversion que ha representado la Fuerza Armada Venezolana en estos últimos 15 años, así como la que representó durante los diez años de dictadura perezjimenista. Lo sucedido durante este periodo “revolucionario” no ha podido ser peor. Tenemos una Fuerza Armada que ha convalidado todos los abusos de poder del paracaidista difunto y, ahora,  las absurdas rusticidades de Nicolás. Una institución que ha permanecido en silencio cuando se commemoró la invasion Cubana por Machurucuto, que ha desfilado en celebración del golpe gorilesco de 1992, cuyos miembros han saludado y marchado sin chistar  al canto de “Patria o Muerte”, cuyos generales llenos de medallas no ganadas donde se ganan las medallas pronuncian discursos de asquerosa sumisión ideológica antes de cada desfile. Una institución que ha permitido la presencia de santuarios para los terroristas Colombianos en nuestro territorio. Para ella se han adquirido durante estos 15 años unos $10.000 millones en armas, muchas de la cuales languidecen y se oxidan en hangares y cuarteles. En 2014 la nación increiblemente se endeudará en el mismo monto del ingreso petrolero, en parte para mantener a esta institución como pilar del régimen.

La Fuerza Armada Venezolana ha guardado silencio frente al trágico tráfico de drogas y ha permitido que esta práctica se enquiste entre sus filas, sin que haya una reacción decidida y digna. Esta institución ha permitido y hasta promovido con entusiasmo un asimétrico tratamiento preferencial para sus integrantes por parte de un regimen podrido, cuya intención es la de mantenerla como su aliada, su cómplice, un tratamiento que representa un verdadero insulto para  la sociedad venezolana que no porta uniforme.  Se requería, frente a esta acción de soborno, una posición digna de la institución, una postura que reafirmara su condición de garante de la constitución nacional, la cual habla claramente de un tratamiento igual para todos los venezolanos y no admite la existencia de castas privilegiadas.

Por supuesto, pedir la eliminación de la Fuerza Armada Venezolana, como parte de una política de radicales reajustes en la  filosofía del estado Venezolano es poco más que una expresión de deseos poco probables de cristalizar en el mediano plazo o hasta en el más largo plazo. Me limito a hablar de ello abiertamente porque creo que es mi deber ciudadano. Las “blasfemias” de hoy serán las verdades naturalmente aceptadas  del mañana.

Venezuela nunca llegará a ser una sociedad progresista y civilzada mientras continue alimentando mitos y no extirpe los tumores malignos que existen  en su anatomía del  Estado. Uno de ellos es la continuada presencia de una Fuerza Armada “forjadora de libertades”  que ha sido,  historicamente,  un pilar de apoyo de repugnantes autocracias.  Otro es el mito del control estatal sobre  las industrias “básicas”,  el cual mantiene al estado en la obligación de gastar inmensas sumas, que deberían destinarse a propósitos de verdadero desarrollo, para mantener  burocracias tan frondosas como improductivas. Mientras no seamos capaces de mirar de frente y sin complejos nuestras realidades seguiremos siendo un país de zarzuela, donde el caprichosamente llamado presidente conversa con pajaritos preñados y “decide crear” un vice-ministerio para la Suprema Felicidad,  sin que lo metan en el manicomio.

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