Ese es el camino, seguir jugando, nunca las decisiones injustas serán motivo para abandonar el terreno. La Vinotinto cuenta con posibilidades, todos coinciden que es un escenario muy complicado, pero hay que dejarlo todo en la cancha y allí esteremos para apoyarla.
En lo político nos pasa lo mismo en cierta medida, tenemos un árbitro que solo ve a un lado de la cancha, mientras el otro equipo comete faltas, da zancadillas y el árbitro no dice nada. Pero tenemos que participar en el juego democrático, aun cuando las reglas no sean democráticas y justas para ambos lados. Y sobre todo, muy importante, tenemos que ganar con muchos goles, un gol no basta para ganar. Ganar con una chorrera de votos y frenar las pretensiones de control absoluto que tiene el gobierno.
Somos 19 millones de venezolanos llamados a participar el 8 de diciembre, de ese total aproximadamente un 40% es población entre 18 y 30 años de edad, unos 7 millones 600 mil electores. Confío que los jóvenes somos los más interesados en participar, somos los que tenemos más que perder con el continuismo y más que ganar con el cambio. El país nos pertenece y debemos defenderlo siempre que tengamos oportunidad.
Vemos esta elección como eso, una elección del país, un plebiscito donde elegiremos entre un modelo comunal donde se gobierne desde Caracas o votaremos para contar con gobernantes cercanos que conozcan nuestras realidades, necesidades. La gente no quiere “bla bla bla”, quiere soluciones.
Al CNE le decimos, sigan abusando que la gente seguirá votando y esto no es ser masoquista, es creer en la democracia. Aquí nadie está llamando las montañas y a movimientos conspirativos, estamos llamando a las urnas electorales. Nuestro llamado a restituir el principio de igualdad entre los electores y equilibrio entre los aspirantes a cargos de elección popular.
Sepan que cada acto de ventajismo y abuso de poder se traducirá en más ganas de participar para cambiar una realidad que no puede seguir atropellando las leyes y la constitución. La gente sabe quienes conocen su realidad y quienes vienen apadrinados por el poder. El 8D ganarán las comunidades y perderá el centralismo.