1. Sentido de propiedad
Los propietarios de la empresa suelen estar motivados justamente porque tienen ‘entre sus manos’ algo que es de su propiedad y son conscientes de que todos los esfuerzos que hagan la conllevarán al éxito. Similar lógica debería funcionar para los colaboradores.
Ellos estarán entusiasmados en la medida que sientan que sus actividades o proyectos impactan en la organización para que la trabajan. Inculcarles un sentido de propiedad hará que los miembros del equipo comiencen a mostrar interés por hacer las cosas bien al punto de garantizar su éxito.
No solo se trata de que el trabajador conozca su función, sino también que comprenda de qué manera ésta ultima encaja en lo que la firma hace. El profesional debe comprender el funcionamiento de todo el engranaje en su conjunto. Y esto se puede lograr a través de reuniones periódicas, en donde puedan participar activamente en la generación de ideas.
2. El desafío de hacer algo nuevo
Otra forma de que el ánimo de los empleados no decaiga es proponerles la ejecución de cosas totalmente nuevas, para que pongan a prueba sus capacidades con el fin de incrementarlas y mejorarlas.
Darle a un empleado un proyecto nuevo o permitir que trabaje con alguien encargado de realizarlo le permitirá aprender otras cosas, ampliar su panorama y fomentar su dedicación en el trabajo.
A pesar de los beneficios que esta práctica supone, los gerentes deben tomar en cuenta que a todos los trabajadores no les agrada la idea de encargarse de algo nuevo, quizá por inseguridad, por lo tanto, es indispensable consultarles. Tal vez ellos puedan elegir otro tipo de alternativas.
3. Un bonito detalle en el escritorio
No es indispensable que el colaborador haga un trabajo extraordinario para elogiarlo, sorprenderlo con un bonito detalle, darle algún beneficio monetario e incluso ofrecerle la oportunidad de que tome algún curso para su desarrollo profesional.
Los trabajadores que cumplen adecuadamente sus tareas diarias también quieren sentirse valorados y apreciados. Por ese motivo, las recompensas pueden, por supuesto, llegar a sus manos.
4. Una oficina divertida
Otra fuente de motivación es la creación de espacios que permitan la distensión. Un ambiente de lectura, una cafetería, una zona donde los colaboradores puedan sentarse cómodamente en un sillón para ver la TV, etc.
La práctica de un deporte en grupo que permita una mayor interacción entre superiores y trabajadores es completamente válida. Si esto no es posible, las charlas amicales -sin olvidar las jerarquías- fuera de la oficina también son positivas.