La familia reinante en Mónaco celebra este sábado en la intimidad el matrimonio civil de Andrea Casiraghi, hijo mayor de la princesa Carolina, con la riquísima heredera colombiana Tatiana Santo Domingo, preludio de la boda religiosa, prevista este invierno (boreal) en el pueblo suizo de Gstaad.
La ceremonia contará con la presencia de unas trescientas personas, que disfrutarán también de una comida en el interior del palacio y de las fiestas previstas en la ciudad durante la noche para celebrar la unión de los dos jóvenes de 29 años, que tuvieron un hijo hace cinco meses.
La discreción era palpable durante la llegada de los invitados, que acudían a la ceremonia a pie, en taxi, en coche con chófer o en mini-bus con las ventanas tintadas, bajo la atenta mirada de decenas de turistas, que se agolpaban contra las barreras metálicas instaladas alrededor de la plaza.
Entre el gentío, que pudo escuchar poco antes del mediodía los aplausos provenientes del interior, numerosos turistas esperaban el rutinario cambio de guardia que, excepcionalmente, se llevó a cabo en el interior del palacio. Sin embargo, algunos de ellos no estaban al tanto de la unión, como Wan Ye, una china de 31 de años de vacaciones en la región.
“¿Quién se casa?”, preguntó la turista china, mientras que otros realizaron un desplazamiento especial para la ocasión. Marica Mazzon, de 48 años, “la misma edad que la princesa Estefanía”, se dijo “contenta por ellos, pero también por su familia”. Esta seguidora de la familia monegasca, que habita en Como (Italia), viaja varias veces por mes a Mónaco y no falta a ninguno de los grandes acontecimientos, funerales o bodas.
La seguridad se reforzó en los alrededores de Mónaco, donde se controló la circulación, y la calma reinaba en los barrios del Principado, en comparación con el ambiente de júbilo y las calles engalanadas durante la lujosa boda del príncipe Alberto II de Mónaco con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock en julio de 2011. AFP