Hace unos días di inicio a un nuevo proyecto de fotografía, nuevamente trato de llevar a una idea a cruzar la frontera que existe entre mi cabeza y la realidad, se trata de esta columna, la convertiremos en una revista digital…
Son las 6:00 AM, trato de escribir mi primer editorial, divago entre cientos de ideas que tuve a lo largo de estos días, en las cuales imaginaba lo que escribiría, pero ninguna me convence; sigo buscando algo, de pronto una interrogante se hace presente, ¿ por qué hago fotos ?; de eso debería ir mi editorial.
Entre los primeros cantos de los pájaros y relojes despertadores que suenan a lo lejos, trato de darle respuesta a mi pregunta; pero solo consigo más preguntas, ¿qué me mueve?, ¿por qué lo llevo al siguiente nivel?, ¿por qué me apasiona?. Comienzo así a “psicoanalizarme” de algún modo y a tratar de entenderme, noto que desde un punto de vista racional, simplemente no existe ninguna explicación, su pongo que lo hago porque “me gusta”, pero esto no es una respuesta. Continuo pensando y trato de ir más allá, de inmediato viene a mi mente una conversación de sobre mesa, de esas después de almorzar, hablábamos acerca de ¿qué puede decir una foto?, recuerdo claramente cuando Guille y Katy me decían, “eres demasiado detallista, eso ¿cómo lo ves?”.
En ese recuerdo encontré todas mis respuestas, creo que hago fotos porque desde que hice mi primer click a conciencia aprendí a ver en lugar de mirar, a entender lo que significa una mirada, lo que traduce la posición del cuerpo, lo que te dice un gesto; aprendí a que de un vistazo podía saber lo que había ocurrido en un lugar o por lo menos podía crear mi propia versión de la historia; pero esto no era lo único, además de ello podía contarlo. Continuo pensando y existe mucho mas, he conocido a mucha gente, la complicidad de mi lente y el sujeto, cientos de lugares, ir y hacer cosas a las que nadie en su sano juicio iría o haría; y por sobre todo algo muy particular, siempre quiero más; es una pasión adictiva, es un motor que me mantiene con ganas aún cuando no tenga razón alguna, es una especie de medicina para eso a lo que todos dicen que no tiene remedio, el alma.
Ahora creo que me entiendo, pero me pregunto nuevas cosas, ¿acaso me estaré volviendo loco?. Háganse ustedes la misma pregunta ¿por qué hacen fotos?; en lo personal, fue un ejercicio muy agradable del que solo pude concluir, que si estoy loco jamás quiero recobrar la razón, es uno de las mejores estados en los que he podido estar y mejor aun, la mejor forma de verlo todo.
Como de costumbre, una imagen.
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Ricardo Arispe.
@rarispe