La violencia se ha convertido en la única manera de reaccionar que le queda al partido de gobierno. Tras quince años de mentiras que han ido amontonando una sobre otra, después de haber jugado con la esperanza de quienes pusieron su confianza en ellos, esos que ocupan Miraflores sólo saben lanzar golpes al aire, para distraer la mirada de los venezolanos de los fracasos que se van sumando. Fracasos económicos, fracasos políticos, fracasos sociales. Y quieren esconder todo eso detrás de mucho ruido, de muchos insultos y gritos, de mucha bulla. Y es que son eso: bulla, pura bulla.
Más de cuatro mil venezolanos muertos por la violencia en apenas cien días de gobierno es una razón suficiente para avergonzarse y reconocer la infinita incompetencia de quienes gobiernan el país desde un capricho politiquero. Pero en ninguna de las tantas cadenas de radio y televisión que ha hecho Nicolás ha sido capaz de reconocer el completo fracaso del vigésimo primer plan de seguridad que este gobierno aplica sin ningún éxito.
En lugar de darle soluciones a los problemas de los venezolanos, invierten su tiempo en hablar de un recorrido que, como parte un nuevo liderazgo político y representantes de más de la mitad de los venezolanos, hicimos por países de los cuales —al menos nosotros— sabemos que hay mucho que aprender.
Por eso es que desde Miraflores no dicen que esos lugares que visitamos son países que han logrado salir de comprometidas situaciones políticas y de derechos humanos, para estabilizar sus economías y poder hacer planificaciones a largo plazo. Tampoco dicen que son países en los cuales los cambios de gobierno no han significado la paralización de los proyectos pensados para la Nación, ni crisis violentas ni muchos menos institucionales. Mucho menos van a decir que en esos países los asuntos como la vivienda o la infraestructura han sido replanteados, en beneficio del progreso de todos y del crecimiento del país.
Lo que sí no pueden ocultar es que esos países hermanos también han estado expuestos a circunstancias tan penosas como que un grupito de insensatos se crea dueño de todo, pero que terminaron saliendo del Poder y han tenido que rendir cuentas.
No soportan la idea de que, a pesar de la costosa maquinaria de política exterior que han desplegado durante todos estos años, el mundo vea que lo que pregonan fronteras afuera es puro embuste: que en realidad son un gobierno violento y hambreador que no representa los deseos del pueblo venezolano. Pero ya se les nota demasiado ese miedo. Saben que perdieron al pueblo y se comportan como si se les acercara la hora de ir recogiendo el despelote y todas las cochinadas que han hecho, robándose el dinero de los venezolanos y usando el poder para inflar un proyecto partidista que ya fracasó y ahora no consiguen por dónde levantarlo.
Como siempre, cuando los enchufados ven que se les pueden notar las costuras, sacan la chequera y resuelven el asunto a realazo limpio. Real y bulla. Pero no puede salirles bien lo que es hecho con mala intención: un ejemplo claro está en esos grupos financiados por el gobierno de Nicolás para que agredieran a nuestros hermanos y hermanas —venezolanos o no— que se acercaron a nosotros, pero lo que hicieron fue dejar en evidencia el proceder desmedido y absurdo de quienes se quedaron si argumentos. Convirtieron cada golpe y cada patada en una muestra de lo que representan: el irrespeto a los derechos del otro, la incapacidad para escuchar a quienes piensan distinto por puro miedo y soberbia.
Porque este es un gobierno soberbio, incapaz de reconocer que lleva años equivocándose y que tiene que parar de hacerlo, por el bien de los venezolanos. Esos mismos venezolanos a quienes intentaron engañar con los resultados del 14-A, pero que saben muy bien què fue lo que pasó ahí. Éste es un gobierno soberbio e irresponsable, porque tanto los de adentro como los de afuera saben que están haciendo las cosas mal, que el país se les fue de las manos, que el futuro que nos deparan sus decisiones empeora mientras más tiempo pasan ellos encargados del país. Que cada una de las decisiones que han tomado en apenas cien días se han traducido en desgracias para las familias venezolanas.
Como el líder de millones de venezolanos, les aseguro que no vamos a facilitarles la farsa que sostienen desde Miraflores. Si todos los procesos que siguen abiertos en torno a los resultados del pasado 14-A les siguen resultando incómodos, vayan pensando en sumarle los resultados de las elecciones municipales del próximo 8 de diciembre.
Cada vez son más y más los venezolanos que se decepcionan de la peligrosa mediocridad que el Ejecutivo Nacional ha puesto en ejercicio desde Miraflores, atentando contra cada uno de los venezolanos de bien que quieren que el país progrese. Piensen en todo lo que tendrán que explicarle al país cuando vayamos a votar todos los que ya votamos el 14-A, pero sumando a quienes necesitaron estos cien días para darse cuenta de que dejar el país en manos de la ineficacia de Nicolás y sus cómplices es una locura que no vamos a permitir.
El peligro de que hayan gobernado durante años desde las pantallas de televisión es que se han convencido de que silenciar los medios y fingir que no hay ningún problema resuelve las cosas. Por más ollas que monten, por más papelitos que impriman con dinero de los venezolanos, por más fantasmas que sigan buscando para excusarse, fuera de las pantallas de televisión donde han decidido aparecer cada vez más está el país de verdad, donde sus decisiones han puesto a los venezolanos a pasar más trabajo que nunca.
Y eso la gente lo sabe y lo vive día tras día, salga o no salga por televisión.
Así como sabe que hay un nuevo liderazgo y que las cosas pueden, deben y tienen que cambiar.
Que Dios bendiga a Venezuela. ¡Sigamos adelante y sin miedo!